EL QUE TOMA MATE VUELVE





Corría el año 1828, “El Alemán” Herman Schultz había llegado al pueblo de Navarro. Recién arribado al puerto de Buenos Aires, después de navegar varios meses.

Venía decidido a casarse con su novia Gertrudis. El padre había arreglado el matrimonio por carta, opinaba que éste “alemán” que venía a trabajar a la Argentina era un buen candidato.

Pero al llegar Herman se encontró con el pueblo de Navarro en plena crisis. Se había desatado un período de luchas civiles y trágicas divisiones entre argentinos.

Gertrudis y su familia lo recibieron muy bien, tratando de minimizar la situación política reinante.

Lo primero que bebió Herman fue el “mate”, coronado en su riqueza con tortas fritas y pastelitos hecho por su novia.

El hecho es que el “mate” resultaba más fácil de adoptar que el idioma o las costumbres locales. Que el extranjero aceptara un “mate” era claro indicio que estaba bien dispuesto a aclimatarse a la vida social.

Se decía que el “mate” tenía la capacidad de aquerenciar; de lograr que el extranjero arraigara en la nueva tierra.

En diciembre de 1828, el suelo de Navarro se tiñó de sangre al recibir la derramada de los muertos en el combate librado en sus campos, a poca distancia del poblado.

Herman desapareció, quizás detrás del gauchaje herido que buscaba refugio para sus heridas. Gertrudis y su familia no dejaban de preguntar por él. Buscaron en cada campamento o regimiento, de uno y otro bando que encontraban en su búsqueda desesperada.

Gertrudis triste se preguntaba en la soledad de su cuarto, “¿Se habrá muerto?, ¿se vio obligado a pelear y lo mataron?, o ¿quizás no me quiere?, o ¿tal vez no quiere casarse?”

Pasaron varios días. Y una tarde a la hora de la siesta, cuando todavía se escuchaban los comentarios del fusilamiento de Dorrego y, el pueblo de Navarro junto al gauchaje de toda la provincia lloraban la muerte de su gobernador; el cura párroco de Navarro llegó a la casa de Gertrudis con un hombre herido. Gertrudis lo vio, corrió a su encuentro y lo abrazo, era Herman los dos se fundieron en un gran beso. Herman dijo: “Y acá vengo regresando, porque el que toma mate vuelve”



MONICA FRANCO
Viernes, 03 de Octubre de 2008