Desperté alucinado, fue la primera vez. Le pedí perdón por mi tardanza pero ya nada le importaba. Ella a la derecha y yo a la izquierda, con las luces aún encendidas, las vestimentas desparramadas por doquier y la ceniza aún humeante en el habitáculo. Nada de lágrimas, solamente sangre y más sangre, sudor de vampiros despabilados por la cortina de sol que nos golpeaba directamente a las cuencas donde antes yacían ojos despiertos. Ceguera de perdedores que perdieron hasta ese perro que los guiaba ciegamente hasta el almacén de Doña Rosa para comprar una cerveza barata y tibia. Bastones blancos que ya no están y que apilados sobre la ventaba piden un lazarillo que los saque a pasear por el Parque Lezama.
Yo quiero llorar sin embargo ella no me deja, mete un dedo gordo y grasiento en ese agujero negro donde ayer tenía un ojo izquierdo y cuela una pestaña cuadricular con gusto a martirio. Jajajajajajajajajajajajajas hasta la introspección de mi alma miserable que pide agua tónica para olvidarse de la resaca de ochenta y tres años atrás de angustia facinerosa. Puro surrealismo de tomar lo que no quiero hasta cuando no quiero y escribirte que tan feliz que soy con tu dedo sucio en mi ojo que ostenta la dulzura ácida que el Señor que murió el mismo día que ese otro que jugó a presidir el Imperio, pidió para calmar esa lengua cancerígena que en vez de hablar decidió escribir. Hache más Hache es igual a A. Las aés de Amadeus y Abraxas confundidas en la hache de Huxley y en la hache de Hoffmann. Como siempre lo fue como cinco año ha.