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Inicio / Cuenteros Locales / aaaaaaaaaah / Algo me pasa. Sexta parte

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(Aporte de jaure acatado)



Un hada se miraba / en el lago a la mañana. La voz de Héctor subía y bajaba lenta, sonámbula, mientras revolvía el café del desayuno. Cuando supo que yo estaba ahí dejó de cantar. Me señaló algo que estaba sobre la mesa con la cucharita del café. El sol bañaba todo en sombras y blanco. El claroscuro que se formaba en su espalda me hizo estremecer.
"¿Qué es?", le dije. No me contestó. Siguió con la canción. Y para ella el sol / nunca volvió a brillar. Era un paquete cuadrado, posiblemente un libro. Lo abrí sin romper el papel, con cuidado, como si estuviera abriendo algo que no me correspondía. Y ahí estaba: una caja de almendras con chocolate con una tarjeta que decía: "Perdón por incomodarte. Tuyo, el negro". "¿Él te dio esto para mí?", pregunta obvia pero necesaria. "Lo encontré en la puerta hace un minuto", contestó sin mirarme. "Tal vez quieras ir a visitarlo".
Habrá sido el sol, que entraba cada vez con más furia en la cocina, el bramido del mar o los vestigios de la voz de Héctor que quedaban en el aire, lo que me hizo reaccionar. Un negro del que ni siquiera sabía su nombre (y por alguna razón lo ocultaba) me agasajaba con bombones. Mi amigo Héctor se me presentaba distante, enigmático, como si hubiera habido una ruptura violenta y sin remedio entre nosotros. "El beso", pensé. Por primera vez le di a ese beso la importancia que merecía. La palabra beso, que en mi mente tiene la misma música que las palabras seda, cisne o perfume, me llevó directamente al recuerdo de Sheila. La vi llorando por mí, y después riendo, como se ríen los locos, que quieren tapar los gritos desquiciados de pesadilla que tienen dentro con el sonido de una risa forzada e hiriente. Sheila, mi Sheila. "¿Qué hago acá y no en sus brazos?", pensé. Lo pensé o lo dije en voz alta, porque Héctor me miró. Ojos grises de animal furioso, que se apacigua entre lo atroz y lo dulce. "Quiero volver", dije. Él se puso de pie. Ya no era el mismo Héctor que cantaba Un hada, un cisne. "No", me dijo. "Y voy a decirle al negro que ya no nos moleste".

Texto agregado el 12-11-2008, y leído por 597 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-03-2009 jajaajajaj LAMADONNA
16-02-2009 se enojo hector! :O yellow_ink
27-11-2008 Sheila!!, si, tal vez ella sea tu cable a tierra, tu salvación. Sigo. ggg
14-11-2008 le voy a decir a mi mamá que no te deje venir más a mi casa jauregui
14-11-2008 así cualquiera jauregui
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