-¿No le parece a usted que este gobierno ha metido las patas más de la cuenta? Están ameritando una acusación constitucional colectiva.
Aunque soy ferviente partidario de este gobierno, acato con la cabeza. No es asunto de discutir, ni menos disentir.

Hablemos de religión. Los católicos son la encarnación de Satanás. Los odio por su hipocresía y por el deseo de transformarse en el credo más ramificado del mundo. Cuando me topo con un católico, lo escupo.
-¡Que poderosas glándulas salivales!- digo para mis adentros. Trago saliva, soy acólito de la parroquia. Aún así, concuerdo con él.

-¡No me va a decir que a usted le gusta Colo Colo? Detesto a ese club de ordinarios y traficantes de drogas. La UC señor, la UC. Allí tiene usted a una institución decente.
Trago una vez saliva. Soy el socio Nº 3405 de Colo Colo. De todos modos, sonrío y ensayo un pálido ¡Ceatoleí!

-Nunca más debe ser elegida una presidenta. Las mujeres a sus trastos de cocina, que para estadistas estamos los hombres, ¿no cree usted?
No es que sea feminista, pero amo a Michelle Bachelet y pienso que su gobierno ha sido lo más decente que hay. Mas, concuerdo con el señor. Las mujeres a la cocina, los hombres al poder, claro que si.

El señor me regala un banderín de la UC, luego de dictarme una larguísima charla sobre la Alianza de Derecha y el Protestantismo. Recibo tales prebendas, silencioso y sonriente. Una enseñanza que aprendí de mi padre, es no discutir jamás con quien le afeita a uno la barba con una filosa navaja…