La miseria es sinónimo de pobreza, pero carente de dignidad. Un miserable con el cuerpo mugriento no se inmuta ante la bañera con agua.
Un desierto, y muchas ganas de festejar:
Veníamos volando pero hubo que hacer un aterrizaje de emergencia, ya con eso había sobrados motivos como para de una emborracharse.
Somos un charter de gente que viajamos con la vianda a cuestas rumbo a una isla del Caribe donde se suponía vamos a festejar el Día del amigo.
Somos todos millonarios, la nave parece una almacén de autoservicio con un shopping incorporado. Hasta putas trajimos con nosotros.
A Dios gracias no hubo muertos en el vuelo treinta y tres, solamente heridos y contusas.
Aunque parezca mentira no tenemos un botiquín a bordo, por lo tanto la sangre comienza a mezclarse con el champagne.
Hubo un primer coito no bien salvamos nuestras vidas porque el flaco Rivarola se montó una yegua para descorchar la alegría de estar vivos.
Aclaro, yo no soy el relator del cuento,
soy el capitán que maneja la flota conduciendo el rodado, digo el avión; con el flaco nos conocimos porque tiene buena onda, idéntico que yo le gusta contrabandear y falsificar firmas.
¡Puedo grandemente asegurar que esto ha sido un verdadero milagro de la ciencia! Corrijo ¡Digo,
de la vida! Pero estoy infrutuosamente intentando hacer entender a la población, que no podemos derrochar las provisiones estando borrachos, comiendo de bajón, bailando alrededor de la nave;
encima gastando energía en tratar de mantener prendidas antorchas de mañana, y fogatas al cohete.
(Hubo quién en la desesperación masticó Euros pensando que nadie vendría por nosotros).
Pero el contingente se hundió en la blanda arena.
Quedamos ciegos, sin rangos, con poco aire para respirar, aún así la fiesta continuo debajo del médano hasta que de a uno fuimos muriendo asfixiados.
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