Evolución
Una diminuta célula se forma en el agua, miles de millones de años atrás. Ella no se sabe diferente, cada una de sus moléculas es igual a otras que vagan libremente por ahí. Nosotros ahora somos quienes hacemos esa diferencia, destacando que ese nuevo grupo de moléculas funcionan como un conjunto, absorbiendo otras del medio y haciéndolas parte sí, de esta nueva unidad, en un continuo proceso que nombramos vida.
El tiempo es el único titiritero de la existencia. Sometidas a millones de pruebas y errores, a aleatorias combinaciones, a terribles desastres que modifican su medio, un conjunto de células tiene mejores resultados que algunas que vagan solas, según las puntuaciones de la ruleta de la evolución. Se forma el primer organismo multicelular.
La misma ruleta, lanzada por el mismo titiritero, favorece a los seres cuyas células se agrupan dentro de sí, especializando algunas de ellas en formar un sistema nervioso. Esto les entrega una capacidad mucho mayor de probar nuevas combinaciones y definir nuevos estados, algunos de los cuales mejoran su puntuación en la ruleta.
Cuando los sistemas nerviosos se vuelven tan dinámicos que pueden ser modificados durante la vida de los individuos, y no sólo como mutaciones o combinaciones genéticas, nace el primer ser con capacidad de aprendizaje.
La capacidad de nombrar cosas permite que el aprendizaje se pueda realizar sobre abstracciones, acelerando su difusión de acuerdo a los medios de comunicación, y no sólo a la repetición de los actos. Nace el primer ser inteligente.
Cuando un ser inteligente inventa la palabra "yo" nace el primer ser consciente.
Cuando un ser consciente es capaz de mirar miles de millones de años hacia atrás, sin miedo al tiempo y a la ruleta, reconociendo sus orígenes y el camino recorrido, nace el primer ser humilde.
Jota
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