Nuevamente Clara
En medio del bosque. En el centro de la lejanía de cualquier parte puso una cerca que de área no cubría sino siete metros. Las dudas entre la familia empezaron a circular. ¿Qué haría en ese lugar? ¿De qué viviría si soñar historias no es precisamente un trabajo?, ¿Por qué tan solo? Su madre sobre todo se afligía porque de sobra sabía que la soledad enmedio de la nada no le sentaría nada bien.
Ya en meses anteriores había empezado a actuar de forma extraña. Se quedaba mirando por la ventana como esperando, y en efecto esperaba. Esperaba escuchar el timbre de la puerta como señal de reconciliación, esperaba ver acercarse a su muy amada Clara y escucharle decir: Le he dejado y estoy aquí para quedarme a tu lado.
La espera se prolongó, y la esperanza de ver a Clara aparecer en la puerta con sus ojos verdes- clarísimos- y su sonrisa que le transformaba el mundo se fue difuminando como la fotografía de un abrazo, de él y Clara frente al mar de Veracruz, que sostenía entre sus manos.
Madre, hermanos y amigos le vieron adelgazar y palidecer en la ventana, inmóvil ya como parte de la cortina, ya como parte de las sombras que cada anochecer marcan su territorio en la casa.
Entre las murmuraciones de diversa índole y el viento fresco del bosque lejano a cualquier parte, comenzó a colocar piedras unidas con cemento y cal en el centro de su ahora, territorio cercado, y piedra sobre piedra se iba elevando la rústica construcción.
Hubo quienes no resistieron la curiosidad e intentaron averiguar qué era exactamente lo que Andrés estaba haciendo pero la respuesta era siempre: “espero”.
Con el tiempo la “montaña” de piedra, cemento y cal, se hacía cada vez más alta y Andrés puso una escalera hecha de cuerdas, por lo que subir era peligroso ya que cada movimiento repercutía en el inestable cuerpo de sogas; así que la gente empezó a murmurar sobre la pérdida de la razón que seguramente el constructor de tal obra ya sufría.
Una tarde dos jóvenes amigos muy allegados a la familia subieron muy decididos a averiguar que hacía Andrés y bajaron a la mañana siguiente con noticias de lo que habían descubierto. Contaron a todos que Andrés construía una casa con puertas de madera y una ventana que estaba dividida en seis partes, que dentro de la casa había un pequeño cuarto con tapiz de rosas amarillas y que sobre una mesita había once alcatraces cuellilargos y frescos.
El rumor de la casita en lo alto de la nueva montaña de piedra construida en medio del bosque alejado de cualquier parte corrió por todos los lugares, incluso llego hasta allá, hasta ese lugar donde Clara vivía.
Una mañana algunas mujeres subieron un poco, pero aproximadamente a los cinco metros de altura decidieron bajar pues la inestabilidad de la escalera y la distancia, que desde lo alto se aprecia siempre mayor, les atemorizó.
Pasaron muchos días más y Clara sujetándose fuertemente a la escalera le gritó -“ Andrés, soy yo, Clara”.
Ante el silencio dominante en las alturas Clara decidió subir un poco más y volvió a gritar :-”Andrés,soy yo, Clara”. Así, Clara subió un poco y otro poco deteniéndose por momentos para llamar a Andrés, pero él no respondía.
Clara llegó a la parte más alta, desde donde vio la casa que Andrés había construido y vio la puerta abierta. Se dirigió a la puerta, en la ventana estaba Andrés, quien salió corriendo y de inmediato cortò la escalera de cuerda.
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