De nuevo lo escuché, el sonido de la caja de música tocando a estas horas de la noche. Esta vez, me levante me dirigí a su pieza esperanzado y al abrir la puerta, de nuevo el silencio. Oleadas de nostalgia me invadieron; su cama, su ropa, todas sus pertenencias intactas desde el día que desapareció. Solía sonreírme y su sola presencia infundía luz, su alegría y su dulzura daba a mi vida mucha felicidad, pero un día, cambió súbitamente… se volvió distante y muchas veces ausente, decía con frecuencia -“solo ellos me quieren”-, eso me preocupaba, e interrogarla era una perdida de tiempo, aún así lo más intrigante eran sus largas horas frente al espejo.

Intente acercarme pero entre, mas lo hacía, mas se alejaba, se volvió desconfiada y jamás revelo nada, ¿Qué fue lo que nos separo si éramos tan unidos? La noche me parece infinita y fría… me siento sobre su silla favorita, al lado del espejo y reconstruyo el día que desapareció. Estaba pálida y muy asustada, -“¿Puedo dormir contigo?”- me pregunto, yo asentí, fue a cambiarse de ropa y a traer un cojín, pues yo duermo sin almohada. Tardo tanto en venir, tanto que me dormí ¡Dios sino hubiera estado tan cansado esa noche!
Su grito me despertó, angustiado corrí a su habitación y no pude abrir la puerta, parecía como si alguien impidiera que entrara, la llamé desesperadamente pero, solo se oía la suave música y después… la puerta cedió; al entrar, vi la ventana abierta, los cojines en el suelo, en la mesita sonaba esa caja de música que le regalé en su cumpleaños, y en el espejo frente a la cama… la marca de sus pequeñas manos… ella ya no se encontraba. La busque por todas partes, avise a la autoridades, incluso la comunidad coopero, jamás apareció.

Desde ese día, destrozado, intento explicarme que ocurrió. Mi congoja me nubla de tal manera que tengo la vaga impresión, de que algo pesado sube mi cama por las noches y acompañando a mis sueños vacios, escucho la melancólica melodía de su caja.
Solo, derramo lágrimas por su ausencia en la oscuridad de su cuarto, apenas iluminado por la tenue luna; vuelvo en mí al escuchar un llamado y veo algo pequeño sentado en la cama, no hay nada y sin embargo el peso está ahí, instintiva y temerosamente miro el espejo. No lo creo… ¡mi pequeña esta sentada en la cama!... se levanta, viene a mi, se refugia en mi regazo y yo… feliz la abrazo. De reojo miro el espejo y su reflejo ya no aparece, pero no me importa porque ha vuelto, pero desvío la mirada a la cama y… ¡esta hundida! ¡Tanto que parece que se romperá! Vuelvo al espejo y… petrificado, me levanto bruscamente de la silla, cargo a mi hija quien extrañamente esta tranquila, aterrorizado intento salir lo más lentamente que puedo del cuarto, no veo nada sobre la cama, pero en el reflejo si y veo con horror ¡que lo que abrazo ya no es mi niña!

-¡Papá!- despierto de mi letargo ante el llamado y suelto eso que cargo, corro hacia el cristal y desesperado trato de romperlo ¡ella esta atrapada en el espejo! No puedo sacarla, abatida solloza y entonces se diluye en la oscuridad, ahora veo llorar mi reflejo… junto con… ¡esos monstros que me rodean!
En la habitación no los puedo ver, pero en el enorme espejo, ya solo puedo ver mis manos que intentan desesperadamente romperlo, pues ahora, ¡estoy del otro lado!… el horror…el dolor… la agonía... son infinitas y entre los alaridos guturales de las bestias, solo alcanzo a escuchar la música de la caja, que extrañamente se ha abierto y al tocar… ahogó mis gritos.

Fin.