Sami nació de personas pensantes. Pero Sami era egoísta y no quería que nadie más utilizara su cerebro. Después de cavilar un rato encontró un método para que los demás dejaran se abandonaran en placeres.

Les dio comida, les dio espacios donde estar y, lo más importante, les enseñó a ganar dinero y a comprar cosas. Ahí, obtuvo su victoria.

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Sami encontró exitoso su sistema y decidió extenderlo por todo el mundo. ¿Dónde comenzaría?... pues más abajo había un pueblo de morenos que trabajaban en comunidad. Ahí estaba su respuesta.

Llegó y entró en sus escuelas, en sus casas, en sus campos y lo logró. Pero, en este intento le hizo falta algo. El proceso se limitó a enseñarles a ganar. Les dio poco espacio dónde estar, no les dio comida y, pese a que sabían cómo ganar, Sami pensó: “de lo que ganen ellos, tomaré una parte yo”. Así que, procedió a enseñarles a comprar y el caos se formó.