Sentado ante su ordenador, mientras movía a su capricho figuras en un tablero de ajedrez, de vez en cuando y de reojo observaba su pantalla, como quien espera algún mensaje inmediato.
Y de pronto se produce. Sin sobresalto ni sorpresa, se dispone a atender el mensaje:
.-“Hola, señor Torres Caballero. ¿Está usted ahí?”
.-“Le estaba esperando. ¿Qué ha decidido?”
.-“He consultado con la familia, y hemos llegado a la conclusión de aceptar sus condiciones; aunque sus métodos de “trabajo” no son muy ortodoxos.”
.-“Por ese motivo le indiqué que, bajo ningún concepto, usted no debe conocerme. Este nombre de Torres Caballero es un pseudónimo. Torre y caballo, de las figuras del juego de ajedrez. Entremos en detalles y datos concretos. ¿Cuánto dinero le debe, señor?”
.-“Ese jodido me debe unos setecientos cincuenta mil euros.”
.-“¿Tiene de donde responder, dinero, propiedades, empresas?”
.-“Me consta que sí. La sociedad que manteníamos es solvente. Y además, tiene otros negocios fuera del país. A mí me la jugó, al darme a firmar unos documentos “para unas importaciones de materias primas”, me dijo. Y yo ni los leí. El muy cabrón, lo que me tenía delante era mi renuncia a la sociedad, y encima me indemnizaba con las deudas de algunos clientes morosos. ¡Qué paradoja!”
.-“Bien. Debe salir del país, pero de una forma inducida. Por ejemplo, que alguien lo invite, o lo requiera por algún motivo. Nunca por iniciativa propia. Del resto me ocuparé yo. A propósito, ¿tiene preferencia porque le rompa a su “socio” un brazo, una pierna o todas las extremidades? Esto para empezar.
.-“¿Está loco, como piensa actuar?”
.-“No se preocupe. Usted fue un incauto en sus negocios, pero yo soy infalible en los míos. Tengo claro que en principio no debo atacarle directamente, pero algún incidente a sus hijos, su mujer y en la empresa, seguro que le hacen sacar la cartera. ¿Dónde quiere recibir el dinero?”
.-“Me gustaría disponer de él aquí.”
.-“Ahora me pagará solo un cinco por ciento, y el resto en la cuenta que le daré. Lo primero que hará será crear una empresa “fantasma” que necesite comprar algo en Canadá, como, por ejemplo, pieles curtidas para la fabricación de calzado. Lo hará con una documentación que le facilitaré yo, falsa, por supuesto, y una vez que hayamos terminado la operación desaparecerá sin dejar rastro. A través de esa empresa recuperará el dinero, y me transferirá lo que me falte por cobrar”
.-“¿Se fía de mi? ¿Y si cuando haya terminado el trabajo, no le pago?”
.-“¿Se olvida que soy infalible en mi trabajo? Eso, ni vagamente se lo imagine. Recuerde que mis métodos nunca fallan.”
.-“Queda un “fleco” que atar. No sé si el método de contacto que estamos utilizando es seguro. Una investigación podría dejar al descubierto la complicidad.”
.-“Veo que es usted muy listo. Está en todo. En este momento yo estoy en un locutorio y pasare al anonimato en cuanto salga por la puerta. En una palabra: debemos fiarnos el uno del otro. Me interesa trabajar, y mi reputación me importa. Y a usted le interesa cobrar; y todos tan contentos. ¿De acuerdo?
.-“Trato hecho”
Torres Caballero sierra sesión. De forma lenta pliega su tablero de ajedrez portátil, se dirige a caja, y abona su tarifa.
Mientras se dirige a la puerta observa de forma distraída que casi todas las mesas están ocupadas, y piensa: “¡Qué cantidad de gente pierde el tiempo en esto!”
Inmediatamente que sale a la calle, una bella joven se le acerca, lo coge del brazo, aparentemente de forma cariñosa y sonriente.
.-Señor “Torres Caballero”, para no “romperle una pierna, un brazo o todas las extremidades”, acompáñeme al coche que nos espera en la esquina.
Mientras hablaba, le mostraba su identificación de policía.
.- ¿Cómo me han localizado?
.-Recuerde que usted es muy bueno en su trabajo, pero nuestros agentes expertos en informática son extraordinarios. A la vez que usted, ha sido también detenido su cliente. Los cargos no serán muy graves, pero suficientes para que lo expulsen a su país tras algún tiempo en la cárcel.
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