Pequeños momentos que forman grandes recuerdos.

Pedacitos de vida que engalanan un mosaico infinito.

Son semillas que germinan con cada gota de sudor.

Los detalles, insignificantes, que forman inmensas playas doradas.

Todo cambia, todo se deforma, todo se recicla.

Cada nota de esta sinfonía te pertenece.

Estos débiles respiros, estas torpes manos, estos ojos incansables, son solo tuyos.

Te volviste infinita, te volviste musa, te volviste fugaz, agua y fuego ala vez.

La chispa que inicio la explosión, el compás que comenzó la melodía de la vida, de mi vida.

Cada sudor de tu frente, cada arrebatador latido, cada dolorosa contracción ahora corre por mis delgadas venas.

Todo cambia.

Doce horas dolorosas.

Maldigo las manos de látex.

Estoy segado.

Un electrizarte frío golpea mis nervios.

Alguien me sostiene por los pies.

¡Madre ayúdame!

El esterador golpea mis glúteos

Mi boca se abre.

Mi pecho se inflama y se contrae sin cesar.

Tengo mucho miedo.

¿Esto es la vida?

Una tibia sensación recorre mi cuerpo.

De pronto unas manos conocidas envuelven mi magullado cuerpo.

Calor.

Estos torpes ojos.

Solo distingo una sonrisa.

Mis oídos comienzan a reconocer un llanto distinto al mío, y una voz: ¡es un varoncito!

Realmente ¿esto es la vida?