No es sosiego, es más que eso. No tengo la palabra, Luisa. Cómo decirle. Es como cuando usted estaba con su marido, ¿eh?, ¿sí?, ¿se acuerda de Esteban? Es eso lo que le digo. Yo tomo a Laura de la mano y es el sosiego más exquisito, no se me ría, Luisa. Es no querer nada más, vio. Ella puede seducirme con la voz, con los ojos, con el cuerpo, pero sabe que ya estoy pleno, solamente con tenerla de la mano. ¡Ah!, el amor. Qué pelotudos nos volvemos todos, sí señora. Pero es así. ¿Otro mate? Está medio lavado ya. ¿Cómo entró el perro a la cocina, Luisa? Pero qué bien que está, eh. Parece un ovejero. ¿Eh? ¿Cruza con qué? Da igual, los perros son perros. A la pelota, su perro acaba de eructar, Luisa. Sí, lo que le digo. Un eructo. Menos mal que no la traje a Laura, porque se hubiera escandalizado mucho. Por favor, un perro eructando.
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