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-¿sabes que te quiero?
- claro… se que me queres.
- pero… ¿sabes cuanto te quiero?

Entonces en la siestita tibia de primavera sucedió algo. allí en la plaza donde había sido testigo de los incontables días donde compartieron su infancia… justamente allí Manuel le hizo una pregunta inesperada. Sofía lo miró tierna. Seguramente pensó en ese segundo interminable a que se refería Manuel con ese “sabes que te quiero” o no, porque eran niños. En un banco blanco curvado en el espaldar y en el asiento mismo por tablitas sucesivas de metal largas y rectangulares, en uno de los pasillos de la plaza, donde cuatro calles interiores formando una cruz que eran sombreadas por enredaderas colgadas en unas estructura de hierro que servia de guía estratégicamente para cobijar del sol a los que elijan sentarse allí. Allí donde dos corazones parecían mecerse entre si. donde el sol se deshacía en tirabuzones para teñir las hojas del provisorio techito de verde en un amarillento pálido. el típico polvito del haz de luz enrulado bañaba a ambos. en la otra punta de la plaza se veía a un anciano dormitando. El tobogán grande rojo y los dos toboganes mas chiquitos a sus lado también rojos, las dos hamacas de de madera verdes oscuras que crujían cuando se las usaban. los dos columpios con tres asientos grises cada uno. Todos esos juegos para la otra mitad de donde estaban ellos, para el lado izquierdo exactamente, frente a la iglesia y la estafeta. Para esa mitad pero hacia la derecha estaba la joyita de la plaza, la calesita. Esa calesita que solo funcionaba los sábados y domingos… y los feriados, a Sofía le gustaba ir allí y subir a los caballitos, en cambio Manuel elegía algún autito de formula uno, pero no fueron pocas las veces que Manuel renuncio a su gusto de subirse a un formula uno y solo para hacerle compañía a su amiga montaba un caballito, allí los dos niños en esa calesita reían en ese viaje circular donde el cabello de sofía flameaba envuelta en su infancia. de ese lado la escuela, donde hicieron la primaria los dos.

- mucho como yo a vos, o hasta el cielo como dice mi mamá. toma chocolate
- gracias Manuel, después vamos a casa a tomar café… juguemos al veo veo.
- veo veo
- ¿qué ves?


para la otra mitad de la plaza la fuente con un león en el centro que escupía un chorrito de agua tímido, y para el otro lado de la fuente un arenero circular grande y dos bebederos de pie, un mástil alto gris con la bandera argentina medio desteñida, que servía para los actos patrios.
Los piecitos rayoneaban la arena que hacia ese crujido que a los chicos los animan a seguir haciéndolo. Vivian al frente del mástil. Cuando se fueron conociendo fue cuando uno empieza a registrar a la gente. a los dos o tres años. el ser vecino les ayudó a fortificar su amistad, ella solo dejaba que el le toque esa casita de muñeca que su abuelo le hizo, aunque Manuel nunca jugó con la casita. el comprendió esa amistad, la valoró en todo su sentido en esos días. por que una cosa era la amistad limpia, pura de la infancia, a la ya amistad de adolescentes. el aunque no se le pasaba por la cabeza verla de otra forma que no sea como amiga, se daba cuenta cuando estaba linda. ella también sintió ciertos celos cuando el vino en una nochecita borrascosa del último invierno y le dijo que estaba noviando.
La plaza era como el libro donde se escribía la historia de sus vidas.
Testigo de los primeros pasos, de las manos sostenidas por otras que hoy les dejaban el lugar para que esas manos, ahora libres pudieran acariciar nuevos rostros. Esas manos que aunque estuvieran en distintos juegos, cada uno con su grupo de nenas y nenes, bailaban contentas de ver al otro y casi orgullosos de que todos vieran que eran amigos se saludaban felices, ATORNILLADOS EN EL CRUCE DE SUS ALMAS.
Había como algo implícito que hacía que esa plaza no fuera testigo de otras relaciones que no fueran de amistad, por eso Manu no iba con su novia ahí, claro que no hubiera podido explicar bien porqué, pero no lo hacía, QUIZÁS ERAN CUIDADOS IMPENSADOS PERO PERSIVIDOS,
Casi se sentían dueños del lugar, como si los demás fueran solo invitados, podían hablar libremente y contarse todo, AQUEL LUGAR ERA EL PATIO DE SUS CASAS Y PROBLAMENTE ERA LA CASA DE AMBOS, DONDE LOS DOS ERAN DUEÑOS DE CASA y
ninguno se sentía visita.
Pero Sofi no le contaba que estaba celosa.

- a Fabi, le compraron una moto sabes?
- que bien, maneja ella?
- si, pero yo la reto porque le gusta meterle pata
- te la presta?
- yo no PERO se la pedí
- ah, bueno por lo menos espero que se cuiden no?

No iba a decirle que poco le importaba ella, sino que no le pasara nada a él.
- jaja, Sofi pareces mi mamá
- será que te queremos no?

Y la plaza que había sido testigo de sus primeros pasos fue el lugar donde Manu dio los últimos. Pocos días después de esa charla, él y Fabi venían discutiendo, en la moto, y al pasar por la plaza LA TARDE LLUVIOSA COLABORO PARA QUE se estrellaran con el mástil. HUBO RUIDOS DE HUESO Y DOLOR, SE ESCUCHO EN LAS CASAS VECINAS, Y EN LAS CASAS DE MANU Y SOFI MAS AUN.
Ahora Manu tenía su silla empujada por las manos de su amiga.
Porque Fabi de a poquito se alejó, pero su amiga se acercó más.
Sofi se mordía por decir lo que sentía con respecto a Fabi, las palabras no salían para no lastimarlo, pero se amontonaban en forma de lágrimas apenas contenidas.

-Algún día me vas a contar que pasó esa noche?
-Que pasó con que? ya te dije discutíamos por pavadas, no fue su culpa, tenía que pasar, mala suerte.
-Sabes que se que algo me ocultas no?
-No tontita no te oculto nada.

Cómo iba a lastimarla diciéndole que esa noche discutían porque Fabi le recriminaba que pasaba mucho tiempo con Sofi?

- ¿SABES QUE TE QUIERO?
- SI, DAME MÁS CHOCOLATE.
- TOMA MORDE POCO.
- ¿SABES QUE TE QUIERO?
- SI LO SE MANU, NUNCA ME PROPUSISTE CASAMIENTO - Y RIERON ABRAZADOS, ENVUELTOS EN AQUELLO QUE SE LLAMA AMOR.



Pero la manta del amor no era lo sufientemente cerrada como para no dejar pasar otros sentimientos que lo complicaban todo.
Porque no impedía el paso de los reproches disfrazados y las culpas encubiertas.
Porque Manu tenía que estar con ella esa noche, pero Sofi nunca se lo pidió. Pero el tampoco dijo nada que a Sofi la animara a hacerlo.
Y ahora para que decir nada?, el lo sentiría como lástima y no era así.
Manu también pensaba mucho en eso, los dos pensaban casi lo mismo sin decirlo.
Pero cómo iba a decir nada ahora? qué le ofrecería ahora?
Porqué no se dio cuenta cuando podían saltar juntos los lïmites de la plaza y enfrentar de la mano el mundo?
El dolor que le causó el accidente, se sumó al dolor después de tratar de rehabilitarse, aunque el médico dijo que sería difícil y largo el camino a dejar la silla por las muletas.
Solo las ganas de estar de pie al lado de Sofi nuevamente, justificaba el esfuerzo, porque ella lo valía.
Y mientras reían juntos, de verdad, sin máscaras, porque cada uno veía en el otro el sentimiento sin vendas, Sofi no veía a Manu con su discapacidad, lo veía a el. Manu no veía a Sofi como inspirada por la pena, no, la veía a ella disfrutando de su compañía.

_sabés que te quiero?
_si, lo se, dale mové los pies como dijo el dr.
_si, lo hago, pero sabés no?
_si, se

_¿ Sofi estás triste? que pasa?, le dijo un día que la vio particularmente hermosa pero apenada.
_Nada Manu, estoy emocionada porque te veo de pie y estoy orgullosa de vos.
_Gracias tontita, pero tenés que estar orgullosa de vos no de mi, todo lo hice por tenerte conmigo dándome valor. Pero igual estás triste.
_sabes que te quiero?
-el tema es ese Manu, lo se
_entonces?
-que yo no siento lo mismo
Manu sintió que caería, no quería escuchar mas.
Pero Sofi, insistió y lo hizo poner de pie, lo miró a los ojos, que reflejaban su brillo, con mucha ternura tomo su cara con las dos manos y le dijo:
_yo TE AMO.
Entonces Manu, no sintió que caía, sintió que volaba.
Aquella vez en la moto tuvo la sensación de volar hacia la muerte, hoy renacido, con los sentimientos puestos sobre la bandeja de piel en su pecho, sentía que volaba hacia la vida.

NOTA: Quiero agradecer a mjr10 quien generoso como siempre, quiso compartir la autoria de este cuento, lo que no esté bien, seguramente será mi culpa, gracias por el voto de confianza Javi.

Texto agregado el 05-11-2008, y leído por 509 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
15-04-2013 Formaron un buen tándem. Mis 5 Enyd
28-11-2008 Muy emocionante. margarita-zamudio
20-11-2008 Amar y querer, pareciera que es lo mismo, pero en la intensidad del sentimiento está la diferencia. Interesante historia en donde los diálogos llenos de candor ilustran el contexto con mucho tino. Bien por los coautores.*****Saludos. sagitarion
07-11-2008 Para mis dos amigos ,gracias por esto ,me llena de satisfaccion . Una chiquita y un grandote ,QUE EQUIPO SEÑOR*********** shosha
06-11-2008 Aplaudo la labor de equipo. Os ha quedado muy bien, felicidades. Un saludo de SOL-O-LUNA
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