EXTRAÑA PAREJA:

Noche de domingo, el lugar está en silencio, no se trabaja, si bien hay mucha labor pendiente.
Sin embargo, junto a un viejo mueble de pinotea gastado por el tiempo, se escucha este diálogo.

Ella: No quiero volver a pelear, creo que lo hablamos muchas veces, tenés que entenderme hay momentos que quiero estar sola.

El: Si puedo entenderlo, y te respeto. Fijate si acaso no son mas las veces que vos estas sin que yo te diga nada.
Es más en general sos vos la que esta, y yo –no lo digo humildemente-, siempre me dejas para el final. Si alguien entre nosotros debe estar enojado, debería ser yo y no vos.
Pero bueno, no quiero armar una escena con esto.

Ella: si ya me lo imaginaba, ahora salís con tu humildad, con el viejo pretexto que no participas nunca, pero bien que siempre querés tener la última palabra, ... o mejor dicho cortar el tema y pasar a otra cosa.

El: No seas así, no es porque quiera, es que ellos dicen que debe ser así.

Ella: Se acabó, no vale la pena discutir, si al final no podremos resolver nosotros estas diferencias, serán ellos quienes decidan cuando estaremos juntos.

El: Si, tenés razón, si pudieramos por una vez tener la capacidad de elegir libremente ...
Se me ocurre una idea, pero necesito tener la seguridad que me acompañarás aunque se enojen con nosotros.

Ella: sabés que sí, confió en ti siempre.

Por la mañana el trabajo se reanudó, el encorvado hombre con su mameluco azul teñido por las tintas, tomó la plancha y la colocó en la cansada prensa. Ajustó las guías, llenó de pasta las cubetas y accionó el dispositivo, a los pocos segundos la prueba se dejaba depositar sobre la planchada.

Don Raúl, se colocó sus gafas, tomo la hoja y por instantes quedo confundido, no saliendo de su estupor, algo estaba mal.
Sobre la blanca página se leía:

“Por fin se terminó el 2007; una verdadera revolución se inició en las imprentas; nunca más estarán separados; desde hoy; el punto y la coma; vivirán juntos;”