Viaje
Amaneció colgada del pétalo de un copihue, y a medida que el sol subía en el cielo, ella se iba descolgando hasta dejarse caer blandamente en el estero, para iniciar el gran viaje hacia el mar, que toda gota sueña desde su creación.El cauce era angosto y lento al principio, bajaba desde la cumbre nevada por entre quebradas y cerros, cada vez eran mas las gotas que se descolgaban felices y confiadas desde la foresta aumentando el caudal, poco a poco se convirtieron en un rio ancho y lento. Se sentía grande y poderosa junto a todas las compañeras limpias y cristalinas, finalmente cayeron con gran estruendo y en cascada a un lago azul, donde se encontraron con miles y miles de gotas de todas partes de la cordillera. Había algunas que aún no se desprendían de los cristales de hielo que las formaron, otras contaban haber pasado por muchos saltos, donde se unían y con un sonido ronco se dejaban caer desde lo alto formando nubes, lluvias y arcoíris.
Desde el lago salió con muchas compañeras claras y limpias formando otro rio menos caudaloso, que lentamente bajaba hacia el poniente. Cruzó entre rocas, por debajo de puentes hermosos, carreteras transitadas y pequeños cataratas ruidosas, así entró a la gran ciudad
A medida que el rio se fue encausando entre grandes muros, se incorporaban al cauce gotas más oscuras y desagradables que lo iban ensuciando, hasta convertirlo en un rio feo y marrón. Al salir de la ciudad, y ya casi ciega por la turbiedad vio en la ribera casas hechas de cartones y maderas torcidas donde deambulaban perros flacos que husmeaban entre las basuras de la orilla y niños descalzos que jugaban en las oscuras aguas. Se sintió sucia y maloliente, le hubiera gustado estar tan limpia como al comienzo del viaje para que los niños disfrutaran con el río.
Le avergonzada la situación en que se encontraba, solo soñaba con llegar pronto al mar, para que las olas y el viento lograran purificarla, como le habían enseñado sus antepasados que sucedía.
Pero algo maravilloso ocurrió; en una curva del rio quedo atrapada entre unos carrizales de la orilla, sintió como lentamente el sol la entibiaba, y su cuerpo cada vez se hacia mas liviano y vaporoso. Comenzó a ascender hacia el cielo y con ellas miles y miles de gotas que formaban una pequeña nube que se unía con otras nubes hasta tapar el sol, el viento las arrastro hacia la montaña, desde lo alto reconoció el lugar de donde iniciara el infausto viaje. Entonces fue que prometió ante el Dios de las tormentas que nunca más se desprendería de los copihues y se quedaría para siempre con ellos, para ayudarlos con su humedad a ser los más hermosos y coloridos de la cordillera,