–¡Bartolomé, Bartolomé! –gritó desesperada–. ¡Ay niño!, ¿qué has hecho ahora? –Nada ma' –respondió el crío con cara de inocente y ojos de angelito. Pero la sangre en las manos y el cuerpo del gato sin cabeza decía lo contrario.
Texto agregado el 03-11-2008, y leído por 228 visitantes. (7 votos)