Es de esas miradas que penetran, te desnudan aún sin que te des cuenta, pero lo sientes como si te estuvieran rozando. Cada ves que asomo mi cuerpo un poco al exterior, para ver el sol que últimamente ha estado apagado para mi, alguien está al pendiente de mis pasos, no es que sea el centro del universo, pero en esta calle parece no haber alma alguna mas que la mía y la de el.
A unos pasos de mi, su mirada penetra mis ojos, como queriendo conocerme sin palabras, su cabello corto negro brilla puro, ningún químico lo adorna, su cuerpo emana juventud; mientras nos observamos en silencio me sonríe, no se si por reflejo o por cortesía, nervioso le devuelvo el gesto por incercia, pues estoy anonadado decifrando lo que sin palabras me transmite con miradas.
Para no mostrarme tan expuesto desvío la mirada un poco, de reojo intento seguir la conexión, pero sin pedirlo comienza a desaparecer, lo arrastran alejándolo, desapareciendo tras la puerta en donde siempre duerme, le digo adiós con una mano, inocente despedida.
Se que no responde a ese adiós, no por verguenza, no puede, por mas que lo desea ( por que sé que así es ) no le es permitido; su cuerpo se resiste desde que nació.
Mi vecino camina con dos ruedas grandes, inmóvil pero con el gesto siempre sonriente, no se que padece, pero si se que no es una enfermedad, la discapacidad que lo envuelve no lo hace diferente, solo especial, al igual que su mirada, de esas que penetran, te desnudan hasta el más íntimo pensamiento.
((GARM)) |