Mi casa es la única con enredadera, la única con una mujer semidesnuda arrancando hierba en el jardín. Mi casa es un mundo de colores vivos y muebles perfectamente alineados. Mi casa es espacio de antidepresivos escondidos esperando por sobredosis, de rincones lésbicos, de torrentes de sangre, de arcadas ocultas tras chorros de agua.

Mi casa farmacia, mi casa selva, mi casa de música excesivamente alta. Mi casa de lecturas, de pies descalzos y golpes arrepentidos. De labios mordidos y pechugas violetas, mi casa agresiva, mi casa de cuerpos triturados.

Mi casa ron-cola.
Mi espacio de hálitos alcohólicos y mierda de gatos ajenos.

Con todo eso, bueno o malo, la prefiero a mi pieza en valpo: Mi criadero de hongos, mi contubernio con sabor a jugo de naranjas light. Mi espacio sin jardín, sin golpes y sin una mamá arrancando la hierba que no existe.