Cuando Rojo finalmente abrió los ojos, tuvo esa molesta sensación de que se había quedado dormido y perdido la clase, pero aliviado recordó que era sábado, aún podía oír un lejano zumbido similar al de las bases de la música de LeDisKo y tanto su cabello como su cuerpo olía a humo. Ni siquiera se vistió, tomó algo del refrigerador y se fue directo a su notebook. Se sintió morir cuando vio que Marrón estaba conectado, su corazón latió aceleradamente todo aquel tiempo en que meditó si hablarle o no y todo el tiempo en que Marrón tardó en responderle el simple “ Hola ”.
La verdad es que Marrón era o le pareció a Rojo ser un trabajador compulsivo y sus conversaciones por Messenger nunca se caracterizaron por ser fluidas. Mientras Marrón le respondía, Rojo comentaba a sus amigos virtuales, Celeste y a Verde, su gran hazaña, haber ido a LeDisKo, entonces Verde dijo:
- Tengo que contarte algo, pero prométeme que no te enojarás- Rojo no pudo evitar la sorpresa y curiosidad pero prometió no enojarse con Verde - Te vi ayer- agregó.
- ¿Por qué no me saludaste? - escribió Rojo.
- Estuvimos muy cerca - replicó Verde.
- Con mayor razón - dijo Rojo sin entrar en razón.
- Yo fui quien “le paró los carros” al niño que estaba contigo - confesó Verde.
- JAJAJA, no te preocupes, de todos modos fue para mejor - dijo Rojo sin evitar reírse por la casualidad.
Verde le contó que Gamboge había hablado mal de su novio, el Dj de LeDisKo y por eso había reaccionado así, Rojo lo encontró muy válido y admirable así que no había ninguna especie de rencor por su actitud.
- Qué bueno que te hayas divertido - escribió Marrón- Tal vez podríamos ir juntos algún día - agregó.
Rojo se heló, claramente Marrón estaba jugando con sus reglas nuevamente, dando lo que sin avisar volvería a quitar, trató de sonar lo más desinteresado posible aunque le costó mucho trabajo fingir lo contrarío a lo que sentía.
Verde por otro lado lo invitó esa misma noche a volver a LeDisKo, a Rojo le pareció bien, el show de Amatista le pareció excepcional y digno de volver a ver. Marrón se desconectó y Rojo tuvo de nuevo la misma sensación que tuvo aquel día en el centro de la universidad, de haber perdido algo muy valioso.
El día avanzaba, los segundos corrían y era angustiante para Rojo creer que en otro lado de la ciudad estaba Marrón, sin siquiera sufrir la mitad de lo que él sufría, era una injusticia, considerando que jamás hubiera deseado enamorarse de alguien de esa manera y creyendo que el hecho de no poseer su amor era lo que más lo ataba a el recuerdo, quería ser fuerte, no tener su imagen en la mente, su risa y tanto otro recuerdo innecesario, pero no era fácil, de hecho era menos doloroso para él en ese entonces permanecer atado a las memorias de esos días de relativa felicidad con la esperanza de que volviesen.
En una de esas vagas charlas que Rojo y Marrón tuvieron, ambos coincidieron en que creían en la existencia de múltiples versiones del universo, en las cuales, los mismos personajes se enfrentaban a diversos resultados para los mismos problemas. De ser cierto, Rojo pensó que en alguna de esas realidades su relación abría funcionado con Marrón, en alguno de esos mundos paralelos todo estaba bien, mientras que en el propio, la soledad era la soberana y lo tenía prisionero de una ilusión sin un ápice de realidad. El día avanzó y apenas recordó que tenía una cita con Verde en LeDisKo, así que se preparó para su segunda dosis de homosexualidad desenfrenada y dejar los recuerdos en un nivel imperceptible.
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