Te veo recostada sobre las suaves sabanas que esconden tu cuerpo entre la luz y la sombra de esta fría habitación vacía, pero llena de ti, de mí; de nuestro amor.
Me veo rodeado de tus mensajes por todas partes, la habitación empapelada de tus deseos más ocultos, de tu amor más profundo, de mi misterio y nuestra soledad acompañada uno del otro.

Mis ojos, en un instante, rozan los tuyo y me acerco sigiloso hacia la cama en donde tu cuerpo descansas. En éxtasis te recorro con la mirada, mientras tu rostro dibuja una cómplice sonrisa cálida que me toca, que me acaricia, me rodea con un lazo mágico y tenue de amor de niños y pasión de adultos. Extiendo mi mano y apenas si rozo tu rostro, sigo las tenues líneas de tus mejillas con mis dedos, siento la suavidad de tus labios mientras que mi cuerpo se inclina gentilmente sobre la cama tibia, ardiente en la espera de nuestros cuerpos entre lazados...

Ligeramente mi cuerpo está sobre el tuyo, tomo las sabanas y las quito, sublime imagen celestial de ángel que reposa su cuerpo bajo el mío. Mientras nos cubro con las suaves sabanas, no más suaves que tu piel, no tan dignas de tu ser, mis labios, lentamente acarician tu cuerpo, tu corazón, me meto en tu pecho acaricio tus emociones, tus sentimiento juego con el tiempo, lo detengo, sigo el camino que me dibujas con las manos y encuentro los tesoros que escondes en tu vientre; es el fuego del que hablas, la pasión que arde dentro de ti, los gemidos que en las noches se pierden cuando no estoy, son mis manos las caricias de la luna que hoy nos cubre, es mi piel, en el tenue roce de la tuya, sintiéndote, amándote en cada movimiento, en cada segundo transcurrido y es que tu cuerpo me lleva a un estado más allá de la razón y tu amor me trae de vuelta a la tierra para no perderme detalle de ti, de este amor que nace y crece como la hierba de la pradera y nos inunda el alma con su aroma de primavera...

Quiero amarte toda la noche y esperar que el sol de la mañana marque la pauta del final. Quiero ver que llegues al cielo más alto y que la luz más divina te cubra completa, quiero que sientas lo que yo siento solo cuando te veo, cuando te siento cerca, cuando respiro tu aire, aunque por ahora sea solo un sueño. Quiero subir a ese cielo junto a ti, en el mismo instante, en el mismo segundo y que sea eterno, agotador para que mi cuerpo termine reposado sobre el tuyo, mi cabeza en su pecho mientras tu mano acaricia mi pelo como una madre, como una mujer, llena de sensualidad, de pureza que me recorras entero, que me sientas pleno, tuyo, eterno como este amor.