El fondo del mar estaba repleto de bicicletas
no sabías quién las había arrojado ni cuando
con qué propósito
tu urgencia buscaba la senda migratoria como un pájaro;
sin nada que hacer te quedas mirando el mar desierto sin sombras
de la misma manera en que Pauli miraba
la estática del televisor descompuesto
el día del partido contra Brasil
todo hasta que encontras un cascarudo bamboleante entre la madera del bote
lo tomas en tu mano y te hace cosquillas
nunca sentiste un amor tan puro por una cosa animal
algo tan genuino
lo queres desde el último dedo del pie
hasta la garganta
prometes nunca dejarlo solo
lo llevas en tu hombro como si fuera un perico
y vos uno de esos piratas
de barba espesa y ojos de vidrio.
Mientras tanto arreglas la vela con parches
de remeras de Rock Nacional: Oktubre
con todo el incendio del palacio invernal
y otro parche con la cara de Luca Prodan
sus anteojos de sol de marca berreta.

Con tu piel tostada y raquítico
tomas los últimos sorbos de vino tinto
fumas pensando que también se hacen transacciones de placer
en el medio de los naufragios.