Lo sentís como escalofrío que empieza en el cuello y termina en tus hombros, lo ves oscuro, lo palpas frío, pensás a cada instante, meditás muy poco, lo agonizas en cada cama y te duele como alcohol en la herida, te borrás de tu mismo mapa, te encadenás a lo que no te merece y buscás una salida rápida.
Pero el tiempo pasa ya no existe razón para soñar, que la brisa de verano parece viento… se enfrían los sueños, las manos, el llanto… Con gritos en silencio. Con una atadura en el pecho y como diapositivas pasan parte de tu vida que en segundos se transforman en resumen, con varios puñales en la espalda, con dolor, orgullo, adiós y miedo…