Busco en esta u otra confesión
El alivio de la absolución
Que ningún pastor de rebaño divino
Va a otorgarme,
El que mi cobardia, como no,
Está dispuesta a afanarme,
Tras el fracaso de otra madrugada.

A solas el miedo en el fondo del caparazón.
En lo profundo de otro adiós
Musitado tras la neblina de tus ojos,
Perdido entre silencios callados,
Cubiertos con palabras manchadas.

No puedo arrojar estos trapos
Al barro de la desventurada suerte
Y pretender esconder la ropa en lugar de rebozarme.

No puedo meter más lágrimas
En la almohada de los desencantos,
Escoger el opio del sueño
Y como confesor a Morfeo.