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Inicio / Cuenteros Locales / mitkathena / Té de Rosas (continuación del cuento \"Tentando Maldiciones\"

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Té de rosas
Habían pasado años hasta de la última vez que lo vio, años, desde que se alejó de él con la promesa, en conjunto, de no volver a tocarse, tan seguros que no volvería a pasar. Para ella jamás fue olvido y el recurrente deseo de sentirse tocada una vez más por sus manos, le volvía de cuando en cuando, a regalarle recuerdos que la hacían bajar a su entrepierna y recordar lo que se sentía. Pero él nunca fue olvido, se escondía donde su marido no la viera y dejaba que sus manos entraran en el juego de recordar a ese cuerpo, a sus manos rasguñando su espalda, tocando sus rodillas, bendiciendo su cuerpo, soñando a que otra vez sus manos recorrían todo ese cuerpo masculino le daba. Al comienzo, el ardor y el sudor le sentaban cómodos, pero pronto, la presencia de alguien que le borraría el recuerdo le hiso buscar otros modos para calmar los fuegos que ni con sus manos lograba finiquitar.
Tuvo que ser un día cualquiera, cuando de la mano de sus hijos y entre las bolsas de la feria, encontró a la yerbatera gorda y gritona, vendiendo cura para todo. En un letrero hecho de cartón decía; “Hierba para la pena, para el dolor de guatita, afrodisiacos y apagafuegos.” No pudo evitar el ruborizarse al ver el letrero, con su marido, las cosas en la cama siempre fueron tácitas, lo que ahí pasaba, ahí se quedaba. Nunca quedó desecha por contarle al mundo como su esposo era en el lecho donde se concretaban todos los arreglos del hogar y aunque su vergüenza era gigante, su duda era mayor. Se armo de valor y evitando sonrojarse le habló a la mujer.
-¿Qué tipo de afrodisiacos tiene?
-Uyy aquí le tengo de todos, caserita.- Dijo la gorda, echando con el diario las moscas. –Pero Ud. lo que menos necesita es afrodisiaco, Ud. necesita un apagafuegos.- Dijo levantando la cabeza para mirarla directamente a los ojos.
-¿porque me dice eso?- Preguntó soltando una carcajada nerviosa.
-Porque se lo que vendo y a quien se lo vendo… Ud. caserita, necesita un té de rosas para calmar lo que le quema.- Respondió sonriente pasándole un sobre con pétalos de rosas. –Tómelo como un té normal y verá que tengo razón.
Se fue ese día con las bolsas y los niños, pero atenta al pequeño sobre, desde ese día, calmo las tentaciones de seguir buscándose el placer con un té de rosas. En más de laguna ocasión, su marido la sorprendió preparando la infusión, pero jamás le preguntó porque, le atribuyo el hecho de que su esposa, en su simplicidad y clásica manera de ser humilde y silenciosa, tenía derecho a algún extravagante gusto del cual esconder.
Así se le hiso el habito que partía como todos los martes a la feria, por las verduras, pero más que nada por el té de rosas, cuando el segundo martes de octubre, de frente y con todo el cuerpo entre el tumulto de gente, chocó con un cuerpo familiar. Alzó la mirada, para encontrarse con ese rostro, con los mismos ojos, el mismo fuego, sin duda era él.
-Hola.- dijo él un poco confundido.
-Hola.- dijo ella ruborizada.
-¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida?...- Preguntó interesado por extender el momento.
-Nada todo muy bien ¿y tú?- Respondió tratando de evadirle.
-Bien, bien… ¿Te casaste?- Cuestionó dudoso.
-Si, hace siete años.- Respondió sonriente. –Tengo dos hijos.- Agregó levantándole las manos para que los viese. -¿Y tú?
-Me separé y solo tengo a la bebita que ahora tiene 9 años y es toda una señorita.- Respondió. –Ahora soy libre y tú eres prisionera.- Agregó, intentando recalcar que las cosas ahora eran diferentes.
-No soy prisionera, tú fuiste siempre el prisionero, yo estoy de maravillas.- Respondió con una risa burlona. Los niños se le soltaron de las manos y partieron a jugar, mientras ella no despegó los ojos de los suyos.
No hablaron mucho más, solo se miraban, él pudo descubrir, que los años a ella le habían favorecido y ella consiguió ver, como en su rostro aún había rastros del pasado. Ni uno ni el otro había sido olvido, al contrario, eran recuerdo.
Esa fue la ultima tarde que lo vio, pero también la primera vez, que dejó de recordarle y comenzó a olvidarlo, dejándole a su marido, el trabajo que siempre debió realizar, de ser amante y esposo, dentro y fuera de la cama. De cuando en cuando, volvía a la cocina y se preparaba un té de rosas, se sentaba en el sillón y miraba como el mundo pasaba.
Después de muchos años, todavía, había veces que se la veía beberse un té de rosas, y cuando ya era una anciana su hija se atrevió a preguntarle; que era eso que con tanto tino, supo siempre tomar durante tanto tiempo.
-Té de rosas.- Respondió sonriente. –Algo para matar las maldiciones.- Y sorbió la taza una vez más.

Texto agregado el 31-10-2008, y leído por 92 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
01-11-2008 Ya lei los 2 textos, se me antoja para un texto de mayor aliento: una novela, quizas corta pero novela. El material no me parece el de un cuento. En cuanto a la estructura convencional de un cuento le faltaria un final de impacto. Pero sin embargo hay hondura en el texto, que terrible tener que tomar te de rosas para apagar el deseo. Tuvieron una aventura y luego se frenan, y se alejan. Ella queda llena de deseo y decide apagar el fuego con te de rosas. Bien pudieran haber roto con todo e irse a fundar un nuevo hogar, pero ganan los convencionalismos deciden alejarse y ella tiene que matar su deseo con un te. Que terrible apagar el volcan con tierra. Me vino a la memoria La dama del perrito de Chéjov, un militar y una dama casada que pasea un perrito, se enamoran poco a poco y llega un momento en el que entran a un hotel si no mal recuerdo y en el momento mas apasionado se preguntan ¿y ahora que vamos a hacer? y el malvado de Chéjova termina el cuento asi. La ocasion que lo lei, senti que el autor me habia llevado de su mano a la cima de una montaña y alla arriba me habia soltado de la mano, para sentir lo que sentian sus personajes, ¿y ahora que ? ¿que con su pasion?¿como vivir en adelante? Pero los personajes de tu narracion no le apuestan a su pasion, a su fuego, la vida normal les tiene atados y deciden alejarse teniendo que apagar el volcan con te de rosas. Me gusto. dinosauro
01-11-2008 Este es un fragmento de una novela. Me gusta pero apenas si es una viñeta. Me regresaré a leer Tentando Maldiciones, para opinar. dinosauro
 
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