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¿Dónde está? Decían apabullados los habitantes de aquél valle, llevaban casi tres meses y nadie había logrado encontrar la causa de tanta alegría, nadie lograba explicar la razón de que todos estuvieran tan felices, eran exactamente dos meses y tres semanas ya, llevaban todo ese tiempo sumergidos en la burbuja más encantadora que jamás hayan visto.
El anciano del pueblo decía que cada cierto tiempo en aquella ciudadela cupido venía a descargar sus flechas roídas e inutilizables, mas aquella era la historia que contaban los antepasados…
Los pueblerinos habían olvidado aquella historia, es más la encontraban fantástica y ridícula.

Sin embargo ese día Carla y Roberto, habían vuelto de la capital, habían transcurrido alrededor de doce años, desde que no se veían, ella estudiaba junto a él en el mismo colegio en la preparatoria, curiosamente siendo tan pocos los niños del pueblo ellos nunca cruzaron palabra, salvo aquella disertación de las leyendas del valle, valle donde vivían y que les tocó en el colegio, mediante selección azarosa el profesor los conformó en parejas para la elaboración del trabajo, ellos nunca habían cruzado palabra alguna, pero la coincidencia los hizo realizar aquel trabajo.

De eso conversaban el día en que Roberto sufrió una pane llegando al pueblo, habían decidido retornar por un par de semanas al pueblo donde residían sus padres.

Llevaban dos semanas de aquella relación mística en su pueblo natal, mas nunca lograron recordar que la historia que los niños desconocidos habían disertado era la que aquel anciano ciego se esmeraba en reiterar y reiterar. Se volvieron a encontrar en los negocios del pueblo cruzando un esbozo de saludos y sonrisas.

Ella se dedicaba a la literatura y era experta en idiomas, él era un hombre integral que había estudiado desde economía hasta el derecho.

Al terminar las vacaciones a las dos semanas después, coincidentemente el mismo día tenían que restituir los vehículos que habían rentado días previos, ellos se fueron por la misma ruta e iba uno tras el otro, el joven apuesto en un arranque feromónico le adelantó haciéndole unas señas para que se detuviera proponiéndole que se juntaran a tomar un café.

Ella gustosa aceptó, nadie sabe el porque pero tenían el mismo vuelo y el mismo asiento.

Desde esas dos semanas que el viejo nunca más habló, de la historia nunca más se supo, la alegría que existía los científicos la explicaron como un cambio de clima que azotó a la región y era que hacía exhalar una hormona que genera felicidad, la dulce historia quedó sepultada en alguna disertación de aquél viejo colegio, y ellos jamás lograron separarse, ahora viven en una gran casa que construyeron en el valle de su infancia.

La historia nunca existió, sólo la coincidencia del amor y sus azares.

Texto agregado el 30-10-2008, y leído por 127 visitantes. (0 votos)


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