Rocío de esperar la noche insuficiente caer,
la murga debió reclutar la gente triste,
pero venía un terremoto borracho de a pié,
entonces hubo que decalzarse para no ensuciar
la ruta obligada por donde habría que transitar.
Las luces son patrañas que no fingen
un éxito tremendo cuando solo hay hipotecas,
son como sueños cumplidos
que cubren la atmófera de infantiles anegdotas.
Donde el que no canta entrega la lengua
como parte de una colecta generalizada.
En este lugar, con formita de cubo,
entre las cuerdas paralelas que yacen
sujetando al mercurio del atardecer,
mi ronca voz retumba entre horrores,
a espacio abierto de un campo travieso.
Contra la furia del traje que raja la tierra
bostezo desairado un poco de mierda,
en el sentido de una flecha
que queda en la recamara,
cual vela de cera prendia sobre el asfalto gris.
Hubo un tiempo en que fuimos coherentes
¿Te acuerdas amigo durmiente
de acero marrón acerado
que soportas las vía del ferrocaril?
Plata brillante que no puedes
cerrar las piernas dejando
al tunel la boca sedienta.
Yo miraba la tarde irse
entre lágrimas de emoción comparables...