Un hombre viene caminando por calle 9 de Julio. A lo lejos ve una casa de altos blanca y nada misteriosa. Cuando llega a la casa, pisa una baldosa y se cae. Su cuerpo queda inmóvil, y le es imposible levantarse. Ni siquiera intenta levantarse. Sus ojos abiertos, su respiración normal, pero ningún indicio psicológico de que el hombre siguiera vivo. Los vecinos preocupados se acercan a ver al hombre. Le hablan, lo mueven y el hombre sigue inmóvil. La vieja de la casa del frente dice que parece como si le faltara el alma. Llaman a la ambulancia. Viene la ambulancia y el paramedicos se acerca, pisa la misma baldosa que había pisado el hombre y se cae. El paramedicos, al igual que el hombre, queda inmóvil. Los ojos abiertos y la respiración normal. La vieja de la casa del frente vuelve a decir que parece como si le faltara el alma. Se llevan los dos cuerpos al hospital. La policía empieza a investigar el caso. El jefe de policía cita a los testigos y todos aseguran que no vieron nada raro. Investigan la casa de altos blanca y nada misteriosa y no encuentran ninguna pista que levante sospechas. La policía empieza a preocuparse. La familia del hombre y la del paramedico exigen una explicación. La policía recurre al señor Bulrich que es conocido por haber resuelto casos similares. El señor Bulrich empieza a investigar el caso. Habla con los testigos, examina los cuerpos y la casa de altos. Saca dos conclusiones que cree fundamentales. Una es que la casa de altos no puede tener nada que ver porque no es nada misteriosa. La segunda es que la vieja de la casa del frente tenia razón cuando dijo que parecía como si les faltaba el alma. Bulrich sospecha que la clave para resolver el caso puede estar en la baldosa. Vuelve a citar a los testigos y confirma que ambos hombres pisaron la misma baldosa antes de caer. Bulrich dice haber resuelto el caso. Habla con el jefe de policía y le dice que la solución es muy obvia. Explica que cuando los hombres pisaron la baldosa, ésta les robo el alma, y que es probable que sus almas estén todavía en la baldosa. Al jefe de la policía le parece muy razonable la idea y manda a sacar la baldosa. La baldosa es llevada al hospital con el fin de que vuelva a tocar los cuerpos. Los cuerpos tocan la baldosa y despiertan. Sus almas están felices de estar otra vez con sus dueños. El hombre y el paramedico agradecen al señor Bulrich y al Jefe de policía.