Es la conducta natural en este tipo de circunstancias. Nadie podría oponerse a tal razonamiento que, lejos de ser parte de un arranque de locura, es netamente lógico e incluso, si se le mira desde una perspectiva más vertical, cualquiera llegaría a decir que es pura matemática. Lo cierto es que no puede exigírsele menos al cigarrillo que se consume solo. No da lo mismo quien lo encienda, pues esa es la parte mágica del asunto. De todas formas, al ingresar la magia a toda esta amalgama de acontecimientos, todavía no deja de ser lógico. Pues bien: la magia y las matemáticas llevan siglos de batallas y no se ha llegado a algún consenso que plantee cierta solución al problema de si existe un punto de encuentro entre ambas disciplinas. Al fin y al cabo, cualquiera sea la solución (si eventualmente existiera), lo importante sigue siendo el hecho de que lo encienda Diego Maradona o García Márquez. La manera de tomarlo entre los dedos, llevárselo a la boca, acercar el fuego y luego aspirar hasta provocar la exasperación de la ceniza que ya comienza a caer inevitablemente. El resto ya no es más que dejarlo reposar en algún lugar, cómodamente, y esperar a que se consuma tan pronto como la cantidad de oxígeno presente en el área estime conveniente y sugiera para la ocasión. Mientras tanto, y siempre a la espera de algo de ceniza que llegue a calmar los ánimos del fuego y a equilibrar el panorama siempre adverso para el pobre oxígeno que pretende extinguirlo de inmediato y entrar preferentemente a los pulmones o vaciarse en las hojas de algún árbol, se puede cantar, bailar o sencillamente observar el espectáculo. Una pieza de piano suele ser ideal para conseguir un clima apto. Lo apto ha de juzgarse por lo que el usuario desee: Chopin si se quiere algo suave, Rachmaninov si existe odio hacia aquel idiota cigarrillo, Schumann si... etc.
Cada cual a su manera. Hay quienes invitan a su pareja a este acto, a su familia, a sus amigos, a la cuadra entera, a la ciudad, al país, al continente completo. He visto a más de uno que comparte con impresionante alegría este instante conectándose al chat y colocando una camarita de esas que muestran lo que sucede en cualquier parte del planeta al lado de un teclado e invitando a quien se le plazca a regocijarse con la caída de la pobre ceniza que ya no da más de rabia al ver que se ha transformado en una especie de animal de zoológico. Es que sólo algunos entienden el verdadero sentido de medio miligramo de ceniza en este mundo, y que esta, pobrecita siempre, no tolera la risa burlona ni si la música sale muy fuerte de los parlantes. Delicada ella, que se deshace con un simple roce de los dedos. Tampoco acepta demasiada sutileza, pues si bien a veces es necesaria, sabe que al cabo de unos minutos la pequeña llamita de fuego habrase extinguido y entonces, ya finalizado el acto, llegarán una manos cualquiera y la arrojará en un basurero. Guardar precaución con el viento, por favor.