Rojo intentó por todos los medios pero insatisfactoriamente no pensar en Marrón, por un minuto sintió que el amor, la necesidad o lo que fuera que sintiera por él se había intensificado desde que sabría que no volvería a besar sus labios. A duras penas en un trayecto que otras veces le parecía muy bello, por la cantidad de árboles y flores, llegó a la Facultad de Artes, que estaba al otro extremo de las de Ingeniería, donde Marrón estudiaba. La primera persona que vio Rojo fue Violeta, su mejor amiga, alma gemela, tan compatible que podrían ser una pareja espectacular en otra vida, ya que en esta, ambos eran gays.
- ¿Han roto? - preguntó Violeta con un tono que le restaba toda duda a la interrogante.
Rojo sólo asintió sin emitir algún sonido, la verdad es que Violeta, en parte por estar sumergida en el mundo homosexual de la ciudad y también por ser muy intuitiva le había advertido que Marrón no era buen partido, tras su deseable cuerpo, rostro bondadoso y masculinidad exagerada se ocultaba un rompe corazones, en cada facultad de la universidad y en un puñado de las otras de la ciudad habían un par de corazones quebrantados por él.
- Amigo, lo siento, sé lo mucho que te ilusionaste en concretar una relación, es una lástima que no todos busquen lo mismo, pero no pierdas el tiempo en desanimarte y agradece que todo terminó en semanas, después podría haber sido una historia peor - sentenció Violeta queriendo ver a Rojo igual de alegre que antes de conocer a Marrón.
-Todo fue mi culpa, fue esa tarde lo que malogró todo- dijo Rojo enrabiado. Se refería a la tarde de un miércoles, de la segunda semana en conocer a Marrón, donde ambos habían quedado de almorzar juntos, pero Marrón se excuso diciendo que no podría ir, era la tercera vez que lo plantaba, Rojo decidió almorzar con Ocre, un alumno tesista que en reiteradas ocasiones le había coqueteado. Por rabia y pena, Rojo decidió besar a Ocre durante aquella tarde, pero resultó que aquel acto le pareció lo más bajo que pudo haber hecho y la culpa lo forzó a contárselo a Marrón y también a Ocre, quién no tenía idea de aquella relación y por tanto, se sintió usado, nunca más Ocre volvió a hablar a Rojo.
-No digas eso, eso ustedes lo charlaron en su momento, Marrón se lo tomó bastante bien, no me extrañaría si él hubiese hecho cosas similares a tus espaldas- dijo Violeta.
-¿Acaso sabes algo? - preguntó Rojo, quién conocía demasiado bien a su amiga.
-¡NO! - mintió Violeta, quien para ser tan desenvuelta por la vida, no sabía cómo decirle a su amigo que Marrón lo había dejado porque días antes estaba saliendo con un estudiante de Música.
-¿Sabes lo que me da más pena? - preguntó el muchacho, más afligido aún- que yo pensé que esta primavera la pasaría junto a alguien, ahora además de estar sólo, necesito un golpe en la cabeza que me ayude a olvidar todo.
-Tranquilo, querido, la aventura del amor es así, alguna vez te tocó a ti ser el rompe corazón, ya era hora de pagar, es el karma- dijo Violeta despidiéndose con un sonoro beso, mientras bajaba las escaleras y se retiraba a la Facultad de Derecho.
Rojo se quedó meditando en las últimas palabras de su amiga, crudas pero ciertas, esbozó una ligera sonrisa y se fue a una de sus clases favoritas, teoría del color II, con Aguamarina, uno de los mejores profesores de la carrera, de los más guapos y curiosamente, del que se cuestionaba su orientación sexual, a lo mejor, contemplándolo su humor mejoraría.