Y nuevamente me encontraba frente aquel gran escritorio. Siempre tenia que vérmelas de frente con aquel mueble antiguo y descascarado. Cada mañana, luego de abrir las persianas y dejar escapar el aire denso y pesado del sueño nocturno, aparecía frente a mi aquel gigante de madera. La verdad es que siempre estuvo allí, mucho antes de que yo siquiera pensara en su existencia. Él me precedía, y yo no podía hacer nada para cambiar eso.
Ahora era yo quien cada mañana debía lidiar con el recuerdo impalpable de mi abuela. Nunca antes había pensado tanto en ella, de hecho…ni siquiera había pensado en ella, mas que para su cumpleaños, porque tenia que ir al terminal a ver si alguien me hacia la pata para meterme en un camión que se adentrara por las rutas interiores de Chillan. Nunca faltaba quien. 18 horas de conversación sincera, más sincera de la que jamás he tenido con la Paula, conversaciones que desmontan las ganas interiores de dos viajantes australes, el frío y la lluvia, las ovejas y vacas empapadas, los caminos desorientados, las nubes, el cielo y la calma apacible de un amanecer frío que te cala los huesos.
Así que ahora estoy aquí, escribiéndole una carta a mi madre, que ya no puede casi ni levantarse, no tiene una obsesión con la madera de roble, mas bien siempre fue indiferente a la mayoría de las cosas en la vida, lo que es yo…
el vapor comienza a colarse por entre las aberturas de la ventana mientras la taza de café comienza a hacer más blanquecina la aureola blanca de la vieja madera. Voy a verte mamá, ya solo me queda comprar las estampillas, subirme a un camión y viajar a Chillan. Y aunque sé que estará lloviendo y que los humos de la chimenea me darán la bienvenida no podré dejar de pensar en mi abuela… pensar que va a quedarse sola. No habrá nadie que se siente frente a su ataúd, no oirá ruidos de papeles ni lápices sobre su techo de roble, ni siquiera una mínima vibración… por lo menos por este fin de semana… en dos días más será lunes, y la rutina me devolverá a mi antiguo escritorio de roble, mi viejo y querido escritorio… mi vieja y querida abuela.
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