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tenía dinero en el bolsillo. miré mis manos, llenas de polvo. la noche estaba brillante, la gente andaba fantasmalmente, todo estaba en su lugar, mi dinero también. busqué un lugar en donde dormir. vi un hotel. entré y le pedí una habitación a una mujer de lentes, baja y de ojos hermosos. sonrió y me dio las llaves de la habitación... quería hacerle el amor, parece que ella también lo deseaba. me le acerqué con mi sonrisa mortal, pero ella empezó a retroceder, quizá vio mis ojos locos... me detuve y miré el número de mi habitación. era el 509. cinco pisos. había ascensor. iba a subir, no había nadie mas que yo esperando. una pareja de jóvenes llegó al hotel y pidió una habitación. se la dieron y esperaron junto a mí, el ascensor. llegó y subimos los tres. los dos empezaron a besarse sin piedad de mí... me detuve en el piso cinco pero ellos seguían en otro mundo. bajé y caminé por aquellos largos corredores hasta llegar a mi cuarto. entré y había una TV, cama, baño, lunas y, una radio... me bañé y luego, saqué todo el dinero de mis bolsillos. lo conté varias veces y lo ordené uno sobre otro. era mucho dinero y yo me lo había encontrado antes de llegar a mi casa... estaba dentro de una caja. no sé por qué la cogí y la abrí. dinero. dinero, mucho dinero y justo lo que no tenía. me lo puse dentro de mi bolsillo y empecé a correr. dos hombres empezaron a perseguirme. corrí mas que ellos hasta subir a un auto y partir sin que ellos me vieran... bajé en una plaza y el resto es historia... encendí la radio y quedé dormido al poco rato. el sonido del teléfono me despertó. contesté y la bella señorita me dijo que dos hombres me buscaban. colgué y me puse mi ropa... salí por la ventana y corrí por la bajada de emergencia. corrí apenas toqué piso. vi un auto. lo llamé y este paró. entré al auto y les dije que me levara lejos de aquel lugar... de pronto, vi que los dos tipos estaban conduciendo el auto. uno de ellos me miró a los ojos, sonrió y sentí algo así como un hielo en todo el espinazo... ¿el dinero?, pregunté. no respondieron. intenté bajarme del auto pero las lunas y la puerta estaban trabadas... voy a morir, me dije. recordé el dinero. lo saqué de mis bolsillos y se los di en sus manos... se rieron de mí. se detuvieron y abrieron la puerta del auto. bajé y el auto partió a toda velocidad. me puse las manos en los bolsillos y nada, ni un centavo, pero, aún seguía con vida. sonreí esta vez de un bello sentimiento de que tenía otra oportunidad... |
Texto agregado el 28-10-2008, y leído por 153 visitantes. (0 votos)
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