Camina con la cabeza gacha, sin levantar la mirada. Contando las baldosas de la vereda. En cada una ve momentos de su vida. Desea saltear alguna. Para desprenderse de lo que la atormenta. Pero están unidas por el cemento. Al igual que su vida. Sin poder cortar con los lazos que la atan y que por momentos la ahoga.
Sigue caminado, cabeza gacha. No se atreve a ver a su alrededor.
Ni el ruido de lo mundano la distrae. Cada baldosa es un instante de su existencia.
La mas nueva que suplanta la anterior, son los mas intensos q vivió, los mas recientes. La más vieja, sin color, desgastada por los pasos. Son los momentos mas penosos, el pasado tormentoso, las penas, el hastió.
Y ese hueco que dejo esa baldosa rota, que jamás fue reemplazada. Es el futuro inexistente, q no sabe si vivirá, si estará en este mundo absurdo. Lleno de mentiras, incoherencia.
Derrama lagrimas q caen como gotas de lluvia en la vereda, ella se nutre de ellas. Saladas, con palabras en sus moléculas. Q solo son descifradas por el inframundo.
Los seres q viven bajo tierra, en sus fantasías. Seres sin rostro, sin alma.
Ellos existen en su mente al igual que aquellos q vuelan en su cabeza.
Sigue caminando sin levantar la vista. No sabe donde terminará. Si esa vereda tendrá fin.
El tiempo decidirá cual es su final.