Diez segundos o quizás menos
Diez segundos de silencio absoluto hubo entre mi gloriosa aparición en el mundo y ese insoportable llanto de niño recién nacido.
Diez segundos duro mi pánico, producido por la vergüenza y la introversión, decirle a la maestra de primer grado el primer día de clases ante un par de docenas de niños desconocidos que miraban con ojos juzgadores, mi nombre completo.
Diez segundos tarde en comprender que esa niña con cara de pimpollo iba a ser mi primer novia, diez segundos tarde en desilucinarme cundo descubrí que ese pimpollo tenia el ego de una rosa consagrada.
Diez segundos tuve los ojos cerrados cuando me mareo la primera bocanada de humo de mi primer cigarro, diez segundos tardo en capturarme este vicio que durara para toda la vida.
Diez segundos dura ese baso transpirado, fresco, magnifico, lleno de cerveza, en esas siestas de verano donde nadie se atreve a abandonar las sombras y el silencio solo es interrumpido por las explosiones de millones de burbujas que ascienden desde el fondo, antes de ser vaciado de un único sorbo.
Diez segundos de ascensor me separan de tu vos en el portero con tus caricias en la puerta de tu departamento, diez segundos de purgatorio antes de llegar al cielo.
Como diez segundos se pasaban las noches de amor donde cerrar los ojos para dormir era lo único que no hacíamos, donde el sol que anunciaba un nuevo día de obligaciones, y por ende distanciamiento, era nuestro peor enemigo, donde las despedidas se hacían cada ves mas crueles, donde los diez segundos de ascensor que había entre tu cama y la calle eran diez segundos de purgatoria antes del infierno.
Diez segundos de sinceridad hubieran bastado para que me digas que no me amabas y que lo nuestro estaba terminado así comprendería por que te saque de mi lado, esos diez segundos que duro nuestro ultimo encuentro.
Desde entonces diez segundos por día no estas en mi memoria, desde entonces mis días son de diez segundos, el resto del tiempo, sigue siendo tuyo…
Fin.