Angustiante fue para Rojo no poder decirle todo lo realmente quería a Marrón, estaban rodeados de gente y no quería parecer obvio, la multitud del centro de la universidad no le parecía el mejor escenario para estar rompiendo, hubiese preferido la intimidad de su departamento, el mismo que sirvió para desatar la pasión entre ambos, pero las cosas no ocurrieron de ese modo. Por la cabeza de Rojo pasaban muchas ideas, no entendía que era lo que había hecho mal, si todo parecía tan sólido, un tanto apresurado, pero eso solía ocurrir en sus relaciones, lamentó no haber limitado sus emociones, no prever que tal vez no resultaría y dejarse encantar con las palabras de Marrón. Rojo sintió la necesidad de tomar las manos de Marrón pero no se atrevía, sólo atinó a rozarlas con las suyas como si fuera un accidente, justo después Marrón se dio media vuelta y lo dejó ahí, rodeado de gente, con el corazón roto y a punto de llorar.
Si Marrón había sido su primer enamoramiento, ahora se convertía en su primera desilusión amorosa, la angustia llevó a Rojo hasta el mismísimo baño de la facultad donde alguna vez se besó con Marrón, pero ahora lo ocupaba para esconder del mundo el llanto ahogado que apenas lo dejaba respirar, un par de veces, cuando alguien más entraba, debió reducir el sonido a un pequeño sollozo, nunca antes se había sentido así, ahora entendía que cuando la gente le hablaba del amor y le decían que tenían el corazón roto no exageraban, Rojo ahora realmente sentía como si su pecho estuviera en carne viva, todo por culpa de Marrón. Pensar que aquel rostro angelical y lleno de bondad ocultaba la despiadada destreza de quién se divierte jugando con la ilusiones de los demás.
Cuando el llanto de Rojo cesó, dejó el baño, el color del cielo era anaranjado, decidió marcharse a casa sin charlar con ninguno de sus amigos antes, durante el camino repasaba cada momento junto a Marrón que le diera un porque al final, pero nada llega a su mente, lo que hacía más angustiante y desconsolador todo.
-Todos son iguales- Pensó Rojo, mientras comparaba a Marrón con otros intentos fallidos de entablar alguna relación, claro que por ningún otro había llorado, desde los cuatro años en que aceptó que era su mismo sexo el que le atraía. Aquella noche durmió con ropa, tirado sobre su cama, no soñó con Marrón, estaba tan agotado que al despertarse ni siquiera recordó lo que había soñado, pero aún así, su humor había mejorado parcialmente al día siguiente,sabía que no sería fácil quitarse el recuerdo de Marrón, pero tenía la sensación de que algo mejor podría venir… y que tal vez Marrón no era lo que él necesitaba.
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