el vecino murió luego de joderme la vida por mas de cuarenta años. primero se fue su mujer y al cabo de dos meses él le siguió. vivo en un condominio de cerca de siete familias, en donde como todas las cosas, nadie está en paz con su mano izquierda o derecha. recuerdo todas las cosas que nos hicimos, como aquella vez en que puso excremento de perro en la puerta de mi casa, o la vez en que se puso enfrente de mi ventana, desafiándome a un duelo de boxeadores, o la vez en que maldijo a toda mi familia, insultándome a gritos que era un hijo de perra. todo aquello pasó. la verdad es que me causa como penita no tener a nadie como él para pelear. aún veo a su mujer: hermosa, joven, risueña… mientras él: enano, gruñón, pelón, terriblemente duro con su diminuta y estéril humanidad, pegado a mi ventana del auto insultándome por celos y demás... y ahora, allí estoy, dentro de aquella casa a la cual jamás había entrado, ni imaginado, junto a seres que jamás había visto, que no eran todos los vecinos, sino familiares lejanos... y, lo mas extraño es verme solo, pues sólo a mí me habían invitado al velorio que fue su última voluntad… ¡sólo a mí! y solo, sin nadie con quien hablar ni pelear, tan solo el "enano", dentro de su féretro, dormido, tranquilo y sin pestañear... quise decirle algo, pero, tan solo le dije que le perdonaba por todo, que nada fue en serio, y si alguna vez le hice algo, fue sin mala intención. qué lástima es entendernos luego de que hay un abismo entre nosotros... aunque, ya casi siento la brisa tersa de la muerte en mis viejos oídos.

me he despedido de todos aquellos enanos, pues, son pequeñitos, de ojos enormes y narices afiladas y firmes, y todos me han mirado como siempre, con odio... me he ido a mi casa y he entrado a mi cuarto, y... he visto a un joven vestido todo de rojo, con una sonrisa en los labios... he sentido miedo porque jamás lo he visto, jamás de los jamases... pero, allí está y lentamente se disuelve, o evapora como la taza de té que me voy a tomar en un instante... tengo el sentimiento que él me ha escuchado y no se va a ir de mi vida hasta que seamos una sola cosa, un abrazo eterno, oscuro, por toda la eternidad... espero que pueda acostumbrarme a este nuevo "vecino", y que, a pesar de no conocerle, pueda sentirle como a mi viejo vecino, y que me esperará todas las noches del resto de mis días y días, pues, he entendido que no existe un paraíso en esta vida, tan solo momentos pesados y alegres y aburridos, pero momentos ligeros como el humo de mi taza de té, o aquel nuevo vecino que parece burlarse de mí en cada esquina de mi casa o en el fondo de cualquier sombra en la oscuridad de mi casa...


san isidro, octubre del 2008