Bajo las olas
La encontró en fondo del mar, tenía la piel aperlada,
los ojos de agua esmeralda, el pelo largo y negro
adornado con pedacitos de corales y estrellas de mar,sus largos rizos disimulaban el pecho desnudo,
tenia la parte inferior del cuerpo cubierta con arena,
la cabeza apoyada en una mata de algas y sus manos diligentemente limpiaban una caracola.
El se presentó y le pidió permiso para acompañarla,
cosa que ella aceptó...
-Pareces una sirena, dijo él embelezado mirándola.
Ella con una sonrisa tierna le contestó:
-Las sirenas no existen, son solo un hermoso cuento.
-Nada de eso, claro que existen lo que pasa es que nadie las puede ver. Dicen los que saben, que si una sirena se muestra, recibiría un terrible castigo de Poseidón, ver una ha sido uno de mis mas grandes sueños, no hay día que no las busque.
Ella reía con mas ganas, mientras pulía caracolas
que el mar había llenado de sargazos, alternando su labor con mirar los rayos del sol que llegaban desde la superficie.
Hablaron de sueños, de viejos naufragios, de humanos que no resistiendo los encantos del mar se suicidaban en sus aguas.
El empezó a hacerle un collar con trocitos de concha nácar y por supuesto siguieron hablando de las sirenas, él asegurando su existencia, ella negándolo...
Cuando la tarde pintó las aguas de gris, el se despidió:
-Adios belleza del mar, toma este collar para que me recuerdes, me voy a buscar sirenas.
-Adios, gracias por el collar.
El se fue, ella, al quedarse sola, se colocó el collar,
sacudió la arena de su enorme cola de pescado, y nadó hasta su escondite en aguas muy profundas.
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