Ese domingo por la mañana luego de dejarla en la habitación, camine arrastrando los pies, lentamente recorrí la calle buscando un taxi que me llevará a casa; pero me sentía mal ya que entre las conversaciones en la alcoba le dije que estaría con ella hasta el momento de partir a la realidad de los mortales; sin embargo la fatiga de mi cuerpo venció esta vez a la esperanza de mi alma.
El resto del día lo declaré exento de quehaceres y obligaciones, al menos el físico se permitió tal licencia mas no mi mente, la cual recordaba, revivía y volvía a recordar cuantas veces quisiera lo que sucedió la noche anterior, aquel recuerdo permanece intacto como estigma en mi conciencia.
Una nueva semana del año empezó a correr y la sentí especial en todos los niveles de mi ser, me pregunté ¿cómo estará Giany? ¿Será posible que esto de alguna manera sea equivalente?.....cientos de preguntas emergieron, y esperaba respuestas, pero tenía miedo de hacerlas y peor aun de escucharlas; pero más puede la curiosidad (por ello que el gato está muerto).
El lunes en la tarde no pude más, quise saber de ella, escucharla y tal vez escuchar algún comentario, marque su número y hablamos, hacia mucho que no me ponía nervioso al hablar por teléfono, sentía que me faltaba el aire y empecé a agitarme, favorablemente no mucho y pude proseguir, le pregunte como estaba, como se sentía…percibí tranquilidad y domino de la situación en ella; fue raro.
Ese mismo día en la noche ingrese al Chat, esperé hasta una hora aceptable pero no apareció, tristeza y desilusión me acecharon el resto de la noche, pero un rebrote de mis recuerdos hizo que la ilusión diga presente, necesitaba hablar con alguien…en realidad necesitaba hablar con ella; pero esa primera impresión no significó una buena señal.
Dejé que mis emociones me envolvieran y decidí redactar la experiencia del fin de semana. Ante la tranquilidad de la noche frente a la computadora vertí mi corazón y recuerdos, fue un renacer en detalle, el cual no se conformó con las últimas 48 horas, sino que recorrió todo el historial desde que Giany llegó a mi vida. Me tomó 3 noches terminarlo, fue asombroso ya que hacía años que las fuentes de inspiración se habían secado. Giany también resultó ser una extraordinaria musa.
El resto de esa semana la llame un par de veces; sentí deseos de verla y decirle lo que me estaba sucediendo. Empecé a creer que me evitaba, que no quería recordar lo sucedido pero tenía el derecho de hacer lo que creyera.
No siempre las cosas salen como pensamos es así que cual kamikaze decidí compartir con ella el pequeño cuento que escribí por las noches, tan pronto lo terminé se lo envié a su email con la esperanza de apelar a su corazón.
La víspera del fin de semana por la noche, Giany llamó. Mi esperanza acarició aires de renovación y se manifestó de inmediato dibujando una sonrisa en mi rostro, acompañado de la sensación de electricidad que iba desde mi pecho hacia la boca y terminaba como temblorcillo en mis cuerdas vocales que exhalaban suspiros entre mis palabras.
Sabía que llamaba por el cuento que le envié, Esperé su comentario (por poco y cruzaba los dedos) la charla empezó de maravilla, entendí que llegué a tocar su corazón, su sensibilidad… aunque al poco rato de conversación hizo comentarios que fueron asolando la magia, extinguiendo la ilusión.
Tristeza, frustración y realidad reprendieron mi iniciativa, me vi estúpido. Otra vez me dije la ingenuidad te hace caer; pero que le iba hacer… si yo la quería.
El panorama bizarro y real que vivo desde la última vez que la vi quedó cubierto de incongruencias que no terminaban de cerrar en mi mente, me tenían en la intriga además de su displicente actitud, la cual me incitó a pensar inevitablemente lo peor. Pero también es cierto que muchas veces antes de creer necesitamos ver, esto quiere decir que no me conformé con lo que tenía, pensé: no es posible que todas estas sensaciones, palpitaciones y demás sean producto de mi imaginación. Tal vez por el camino hacia la locura haya empezado a andar pero que vea a lo lejos el final de dicho sendero quiere decir que la cordura aun trastocada no está.
Ese fin de semana salí a despejar y refrescar la mente, aunque la idea de extrañarla y verla nuevamente fue la excepción al reglamento.
Resulta inusitado el hecho de que conforme pasaban los días teniendo exigua o nula información sobre ella, mis ansias de verla tomaban mayor fuerza y a la vez temía pensando en el momento que la tuviese en frente, tarde o temprano sucedería.
Segunda semana después de nuestro último encuentro, ¡al fin! sinceramente sentí que el tiempo se había estancado entre mis deseos por verla de nuevo. Con la esperanza reanimada y dudas por doquier volví al ruedo de esta singular etapa de mi vida, en búsqueda de respuestas… en búsqueda de la mujer que me cautivó.
El martes por la tarde la llamé, esperaba disponibilidad para propiciar un encuentro como casi siempre digo, las cosas a veces no salen como esperamos o quizás pasan por algo, Giany ya tenía planes, mis pensamientos inevitablemente acentuaban mi desconcierto y con ello al segundo plano intoxicando mi juicio. No tenía exclusividad alguna pensé antes de turbarme del todo pero supuse la vuelta de páginas en ese capítulo de su vida. Antes de finalizar la inútil llamada dijimos clásicas expresiones que advertían un encuentro algún día en el futuro.
La desilusión empezó abrirse paso para instalarse y hacerse cargo de mis recuerdos; sin embargo al mediodía del miércoles recibí un mensaje de texto de Giany, preguntando por mi agenda, ello dio entender que pretendía verme; la esperanza antes de ser reemplazada resurgió con fuerza como la última llamarada del fuego antes de extinguirse. Sabía que tenía que actuar rápido, era la única y última oportunidad que se presentaba. Respondí el mensaje con otro proponiendo una caminata y un helado de por medio. Ella accedió.
El día estaba como a mi me gusta, el sol con un magnífico brillo, el cielo pintado entre celeste y azul además de las refrescantes caricias del viento que en verano siempre son oportunas. La hora acordada fue 4 y treinta, pero como casi siempre suele ocurrirme con imprevistos y contratiempos arribé quince minutos después aunque con la anticipada advertencia.
Al verla me dieron ganas de abrazarla fuertemente; que el tiempo se detuviese en ese momento, la veía hermosa como usualmente es, con sus cabellos sueltos y esa sonrisa tierna. Al estar al frente le di un tímido abrazo y un beso casi imperceptible en la mejilla, luego de ello mis pies tocaron tierra.
Le pedí a Giany que me acompañara a mi departamento para poder vestirme un poco más a tono para la cita además de recoger algo de dinero; menos mal que estábamos cerca. Mientras caminábamos para tomar un taxi, no dejaba de verla y escucharla… me dio la sensación de permanecer bajo un hechizo el cual sólo ella podía deshacer.
Subimos al taxi y en el corto trayecto hablamos de todo menos de la última vez que nos vimos; no importó ya que sabía que ese tema sería tratado más adelante.
Llegamos al departamento el cual temporalmente está desolado salvo por mi presencia, le dije que esperara. Rápidamente hice lo que tenía que hacer y salimos con dirección al malecón frente al mar, ya que el día desde mi perspectiva se mostraba lindo y con su compañía estaba seguro que sería genial. Era el ambiente propicio para reflexionar, conversar tranquilamente abriendo nuestros corazones.
Arribamos al malecón con la puesta del sol, el ambiente era concurrido. Caminamos hacia el borde del mismo, conversando de cualquier cosa menos de aquel momento, nos sentamos mirando hacia el mar; sin embargo fue limitado el tiempo que permanecimos ahí por ciertos inconvenientes con el clima. Caminamos en dirección opuesta al malecón hasta que llegamos a tropezar con un simpático local, un restaurante de comida marina relativamente pequeño, rústico pero acogedor desde el ingreso. Nos sentamos y de inmediato el propietario haciendo derroche de hospitalidad nos atendió de inmediato, pedí 2 cervezas y un cenicero. De una vez con la poca luz del día que terminaba le pregunté por aquella noche de hace 2 fines de semana. El rostro de Giani expresó asombro y de inmediato terminada mi breve intervención respondió con serias evasivas pero mi terquedad y sentimientos sedientos por correspondencia no vieron convencimiento en su ligero discurso.
Opte por abrir toda cerradura que preserva mis pensamientos, mi mente y alma entraron a la última batalla o tal vez acuerdo sobre la intención para con ella, el riesgo fue el escenario elegido, pronto mis nervios empezaron actuar sobre mi, el temblor en mi pulso, la sequedad de mi boca cambios nada agradables, si bien su presencia me transmitía emotividad, mi tímido pero sincero mensaje temía la posibilidad del rechazo. Le dije lo real y extraña que era la situación, la impotencia por las injusticias de la vida y lo poco que ello me importaba ya que la quería. Había empezado a enamorarme y ello no sería arrancado de mi corazón.
Ella mirándome a los ojos tomó mi mano entre la suya, instantáneamente empecé a sentir un hormigueo, que nacía desde sus caricias y se extendía por mi brazo llegando a mi pecho, el cual liberaba suspiros de júbilo. Mis ojos en ningún momento esquivaron la dulce mirada, todo marchaba de maravilla fue entonces que aún con un poco de retraimiento cual adolescente en sus primeras aventuras, quise besarla, y desde luego que pude hacerlo después de mi tonta pero dulce petición.
Beber de sus labios podría considerarlo como una experiencia divina, la complementación es fantástica en todo plano. A veces me preguntó si es porque nuestra constelación es la misma, pues una vez leí que una habilidad de nuestro signo es que hacemos del beso un arte y estoy empezando a creer entusiastamente que ambos somos apasionados artistas.
Con la batalla concluida y la llegada de la paz a mi mente, nada había que temer; después del sentimental momento propuse que vayamos a mi departamento, Giany con gusto acepto, pero antes la acompañé momentáneamente a realizar una gestión en su academia. Con prontitud nos subimos a un taxi con dirección a mi departamento, en el camino nos tomamos de las manos fuertemente, las que no se soltaron hasta nuestro arribo.
Al ingresar al departamento los pocos nervios que quedaban desaparecieron, una vez ahí en la sala mirándola a los ojos y sosteniendo su pequeña mano la abracé con todas mis fuerzas y empecé a besarla… una obra de arte empezó a gestarse en el amplio sofá. Las caricias, los besos y abrazos emotivos y apasionados proliferaron el ambiente, el calor de nuestros cuerpos más la vivacidad de nuestros sentimientos hallaron la fusión. Para mayor privacidad la tomé fuertemente entre mis brazos y la llevé a mi habitación, con las luces apagadas desnude su pudor y cuerpo para hacernos el amor.
Nuestra creciente exaltación fue complementaria. El tenerla entre mis brazos, besarla y acariciarla nuevamente revivió el fuego de nuestra primera vez. No importó la transpiración de nuestros cuerpos agitados, esta vez la intensidad ante mi asombró parecía originarse de sueños de los que no queremos despertar. Sin embargo el clímax fue interrumpido ante la llamada de Él. Su intervención fue corta pero incomoda. Tan pronto colgó retomamos nuestra obra de arte aun inconclusa, la cual para mi se turbó después de su celosa intrusión a pesar de sentir a Giany estremeciéndose y vibrar de satisfacción. Fue frustrante ya que Giany lo notó.
Si bien mi impulso se aturdió ello no le restó mérito al momento esencial de volver a verla para decirle que la quiero. El tiempo tirano desde siempre nos arrebataba la ilusión y marcaba distancia. Tomamos una ducha que borró vestigios de la pasión. Una vez listos, predispuestos para la injusta partida, tomados de las manos nos abrazamos fuertemente y recostamos sobre el sofá que hoy es cómplice de nuestro secreto. No quería dejarla ir… ella lo sabía, entonces en un arrebato de efusión Giany me dio dos sensuales mordiscos, el segundo selló la memorable tarde que conservo intacta en mis recuerdos de largo plazo.
Caminé recordando todo ese maravilloso día hasta que mis pies sintieron extenuación. Volví al departamento y me quedé profundamente dormido sobre mi cama aun tendida, abrazando los recuerdos y fragancias del mítico volverte a ver para la perpetuidad de mi pensamiento. ¡Qué bello es volverse a enamorar!
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