Me duele deshacerme de un libro, me resulta imposible. Es por esta razón que he decidido dividir mi escasa librería, que se ha convertido en numerosa por el poco espacio del que ahora dispongo.
Puesto a la tarea me ha resultado imposible castigar a algunos escritores, por no estar de acuerdo con el tema tratado. En este caso el sexo.
He decidido pues, dividir 957 x 155. Así, los seis tomos resultantes de esta división, hasta nueva orden, van a permanecer en la nueva sección –decorativos – Pero no he querido castigarlos, pues al existir tantas bandejas, me parecería injusto untar siempre en la misma, y perderme un sabor nuevo, sabor que, en otro momento podría aunque lo dudo, aceptar.
Luego de ese molesto trabajo de dos largos días, como es volcar todos esos tacos de papel, después de sacarles el polvo, he vuelto a lavarme las manos como hago siempre que me dispongo a leer, sobre todo, en aquellas ocasiones en que me veo obligado, por precaución o por necesidad, al uso del apartado – diccionarios - que suma ya ocho tomos. Dice Thomas Merton que, el único sitio donde el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario.
Nada como un libro abierto dispuesto para cumplir mi ferviente deseo de lectura, aunque no todo lo que lea, consiga estimularme. Iniciar un nuevo proceso de lectura hasta llegar a comprender, o mejor todavía, aprehender, por qué es tan importante para algunos, lo que la anatomía ha dado en llamar útero o matriz, para hablar constantemente de las relaciones del binomio hombre y mujer o viceversa. Eso es y será importante para los tocólogos y para la obstetricia.
Pero una relación biológica y natural producida por las feromonas o por un exceso de testosterona en sangre si quieren, es más propia entre macho y hembra. Pienso que, con todo y aceptar la imaginación, entre hombre y mujer existen otras particularidades aunque el final sea el mismo; la procreación.
Una reacción biológica que viene produciéndose desde hace cuatro mil años más o menos, tiene que ser tan determinante? Si la respuesta es sí, y lo acepto, ¿ qué valores añade a nuestra condición humana? Un impulso el cual por cierto, ya no es hoy imprescindible para procrear, es la parte más insignificante de la máquina perfecta que es el cuerpo humano La función digestiva capaz de convertir cualquier alimento sólido o liquido en heces, es una genialidad en tanto en cuánto usa, nutre, deshecha y elimina. Un proceso más largo, complejo, más determinante y mucho más eficaz.,.
De otra parte decir que el cerebro, ese supuesto ordenador perfecto repleto de virus no informáticos, es el desencadenante exclusivo del problema, aunque lo sea en parte por contener “ la psique “, si bien debo aceptar su ubicación en la complejidad del tan traído y llevado seso, creo que disfruta de su ático, aislada, pero integrada a la vez con más atribuciones que son y actúan como función independiente. No importa que esté en el hipotálamo o en la franja motora o en la somatosensorial.
El alma está grabada en toda y cada una de las células del cuerpo; eso es lo más real y lógico.
Pero con todo y eso, cuántos seres humanos de ayer y hoy han llegado a aborrecer el sexo por el sexo, cuando sólo ha sido un sexo instintivo, un sexo animal ? ¡ Impotencia ¡ ¡ Frustración ¡ gritarán algunos. ¡ Claro ¡
Entonces ¿ puede alguien asegurarme que la obsesión del señor Freud, léase Froid, por “ la líbido “ no es el producto de otra frustración bien manifiesta. ?
Roberto Bores Luis
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