Tierno infierno era tu abrazo al roce de nuestros labios. Callada, culpable, escondías momentos innecesarios. Nunca llegaba ese adiós, pero tu violenta realidad me clavó un dulce aguijón cargado de veneno mortal. Momentos del ayer llenos de palabras que hacen daño. Tu mirada ya no es tibia y tu recuerdo está nublado.
Texto agregado el 06-05-2004, y leído por 115 visitantes. (1 voto)