La Gata
Y les pelabas naranjas y recorrías palmo a palmo sus cuerpos, llenos de deseo y los impregnabas de ese olor, calor, amor que tú necesitabas.
Andabas por la vida como quien anda de parranda en busca de los mejores instantes, para ti los más tristes... y era por eso, solo por eso, que no huías de las mujeres rotas, agrietadas por el dolor, buscabas una tirita para ponérsela en la herida. Les pelabas naranjas, desempañabas sus gafas de amor con vaho de pasión y les hacías ver lo fascinante que podía llegar a ser el peor de los monstruos.
Aquello te gustaba, te llenaba de grandeza, de un poder infinito pero efímero al que tu mismo dabas muerte.
Jugabas, siempre poniendo tú las reglas, controlando la partida, haciendo trampas y comiéndote las fichas cuando nadie te miraba... y en voz baja , me decías :
“Me gusta cuando callas, porque estás como ausente” ... pero yo, tu conciencia, no puedo ausentarme, no puedo engañarte.
Soy el recuerdo de todas aquellas naranjas que dejaste de pelar porque te empachaban, te daban sed o te dejaban con hambre, o quizás porque el miedo se te indigestaba.
Soy la duda vagabunda que salta como una gata salvaje a tu tejado y te araña las entrañas.
Mon
Su primer relato corto.
Mayo 2.004
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