¿Hasta cuánto se puede estirar una pizza? Para que una pizza esté buena, hay que estirar la masa, y hacerla con estilo y sin miedo, es decir, metiendo los dos brazos y al aire. Siempre me he quedado maravillado con la habilidad de los cocineros en las pizzerías, con esas masas grandes dando vueltas, y rellenando con sabrosos ingredientes, para que, al final, el resultado sea devorarla con todo el gusto. También he visto como han preparado la masa sobre la mesa, estirándola en la mesa, no creo que esa pizza tenga mejor sabor que la anterior.
El dinero también se estira, no hace falta nada más que preguntar a un trabajador que cobra 1000 € y paga una hipoteca de 400, 500 ó 1000 €, un trabajador que empeña su vida, su pareja y hasta sus padres para hacer frente a todo lo que venga. Si una masa de pizza se estira demasiado, ésta se rompe, tiene su límite. El método de estirar el dinero es aplazar, pero si te puede la codicia, y quieres más cosas, comprando tanto a crédito, al final la masa no es consistente y formará un agujero. Otro método para estirar el dinero es la sobrevaloración, es decir, comprar un bien por 10, y al poco venderlo por 20, cuándo, en conciencia, todos sabemos que, como mucho, vale 12. Esos 8 de ganancia, mientras la masa aguante, nadie lo critica. Cuando se estira demasiado, la masa se rompe, y salen agujeros.
La sobrevaloración y el aplazamiento es jugar con un dinero inexistente, en la sobrevaloración por que engañamos al comprador sacando un provecho desmedido e injusto, y en el aplazamiento por que nos engañamos a nosotros mismos pretendiendo ser lo que no somos. Con esto no digo que la gente no compre a plazos, o haga negocio al vender un bien que posea, pero la falta de sentido común, ha provocado, en cierta medida, el agujero que hoy vivimos. El agujero es la falta de dinero, o por jugar con dinero ficticio y que no era propio, y ahora que los bancos no dan crédito se está viendo.
La inyección de dinero público, necesaria según dicen, es peligrosa. Es la pizza preparada en la seguridad de la mesa, sabemos, que aunque se rompa, no se cae al suelo, y se rehace. Pero la masa no queda igual de fina que la volteada en el aire, ni tan liviana, y mucho menos sabrosa. Ningún empresario expone su dinero, no arriesga ni hace la pizza en el aire, siempre va a la mesa, ya sea del contribuyente o la del banco; pero, si el banco no concede crédito, el empresario rápido cierra la empresa asegurándose que tiene esos 8 ganados (que no quiere sacar a la luz para salvar a su empresa).
Éste es el sistema que hemos creado, un sistema lleno de huecos, que al repartir la masa en la mesa, no está bien repartida, y, que meter dinero de más (inyectar miles de millones de euros) puede ser que la masa , de nuevo, se estire demasiado, o nos tenga que tocar a cada uno más masa, pero otra vez todo es falso: parte de esa masa es nuestra, de nuestros impuestos, y si tenemos masa de sobra, la tiramos, es decir, el peligro de la inflación está hay, y no se dice nada de eso.
Este es el sistema que hemos creado, un sistema que tenemos que empeñar todo, la vida, la pareja, los hijos; y, los empresarios pidiendo implicación. Todo trabajador debemos comprometernos con la empresa, ser profesional, o mejor dicho, ser coherente, pero implicación no. Implicación tendrá el gerente de la empresa, y ese gerente si que debería estar comprometido con el empleado, que parece que eso no lo tiene. La ventaja que tiene el empresario ahora es el miedo, por miedo los trabajadores están dispuestos a perder derechos y retroceder. Espero que antes de publicarse esta reflexión, los líderes de la Unión Europea retiren la propuesta de las 65 horas semanales.
Éste es el sistema que hemos creado, un sistema que mientra deje beneficio, a cualquier precio, todo vale, pero, a la hora de una bajada, esta pidiendo que la sociedad rescate. Ahora mis impuestos están inyectando al banco, ¿mañana el banco me rebajará el interés de mi hipoteca?
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