Ir al aeropuerto a esperar a un familiar querido, al que no se ha visto en años, debe ser gratísimo y emocionante. Recibirlo con un abrazo salido desde el fondo de nuestros sentimientos, de nuestro calor. Dar la bienvenida al que llega a su lar, buscándo a los que por circuntancias ajenas a su voluntad dejó.Por mi mente pasa el dolor por tu engaño y trunca mí confianza. Anuncian que el vuelo viene retrasado, los minutos pasan lentos. Mis nervios no me permiten estar sentada, camino sin alejarme del pasillo donde está la pizarra electrónica que anuncia la llegada de todos los aviones. Mí cabeza está a punto de estallar, estoy perdiendo tiempo y debo regresar a la oficina.
Por lo menos ya anunciaron su aterrizaje en veinte minutos y miro mí reloj.
Ya está en la pista la nave que despues de doce días trae de regreso a Renato mí marido, a quién espero ansiosamente. La inquietud me sobrecoge, espero que no afecte la disponibilidad de mis palabras y recurro a todas las fuerzas que restan de mis luchas vividas por más de veinte años. Largo sigue siendo el momento en que llegue a mí lado. Al fin lo veo venir por el amplio pasillo, a su lado camina con su equipaje una mujer llamativa, se ve que es más joven que él, que yo. Se ecercan entre otros pasajeros, no despego mí mirada. Se acercan y oigo la risa y la voz sonora de ella, llena de movimientos ondulantes el caminar de la mujer. Lo intuía. Lo confirme con el llamado de su
oficina, no lo habían mandado en comisión de servicios. Tenía un permiso sin sueldo por diez días para solucionar problemas particulares. Claro había hipotecado el departamento que le arrienda a nuestro yerno, no pudo con la casa donde vivimos, porque mí padre la compró para mí estando soltera. Con esta aventura se debe haber gastado los préstamos concedidos en más de una Institución.
Renato no me ve al pasar a mí lado. Mi ira me hace mal educada, empujo a alguien, paso y lo cojo con toda mi furia de un brazo y no lo suelto...Se detiene. Ella mira con ojos interrogantes, se le congela la sonrisa. La ignoro. Renato reponiéndose de la impresión propone:
-Conversamos despues, iré a dejar a la secretaria. Espérame en casa.
-Nada de conversaciones. Esta mujer aburrida no pagará tus deudas. Recibe el contrato de arriendo de un cuarto, ahí dejé tus cosas, esta es la dirección y las dos llaves, pregunta por la señorita Brígida. Tu secretaria estará tomando nota,supongo. Y miro a la necia mujer que dirige la mirada hacia los lados, buscándola...
¡Ah! Y en mí casa cambié las chapas. |