sabía que lo que hacía estaba mal, pero lo hice. me maté... sangre, mucha sangre y frío, mucho frío, luego, bulla por todos lados, mezclados con voces con eco, lejanas como si estuviera remando en mi propio océano. de pronto todo empezó a encogerse. me vi un gigante mirando a través de mis ojos, sin sentimiento. escuchaba todo pero no podía entenderles...escuché el sonido de un reloj, el minutero, los segundos que martilleaban esa gigantesca visión. algo se rompió en mi vida y como una pompa de jabón empecé a flotar por el aire. pasaba de lugar en lugar y todo era un tumulto de voces diferentes, como si escuchara el dial de una radio pasar por mis oídos. llegué a una cama, cómoda. una lámpara iluminaba mas o menos el lugar... escuché los pasos de una persona descalza... cuando estuvo frente a mi ser, mis ojos se cerraron... tan solo sentí como una corriente en todo mi espinazo. vi como una antorcha de luz de colores reventaban sin parar, pero no había sonido alguno... era como un cuadro de Vincent Van Gogh, hermoso y lleno de colores en movimiento... quise decir algo pero de mis labios salían letras de colores junto a figuras de seres graciosos y llenos de cabellos luminosos. cerré los labios y aquellas letras se fueron como aves, y los personajes empezaron a encarnarse, colorearse, existir, y siempre con una sonrisa en los labios... ¿quién eres?, preguntó una de aquellas graciosas figuras. quise decir mi nombre pero lo había olvidado. ¿eres Dios?, preguntó uno de esos seres graciosos. iba a decir que no, pero de mis labios salió un si... soy Dios, y siempre lo he sido y lo seré, escuché que yo decía aquellas barbaridades... iba a decir que no, pero fue al revés... vengan a mí y abran su corazón a mi amor... no quise saber mas y apagué las luces del cuarto en que me hallaba. de pronto todo aquel lugar empezó a metamorfosearse. seres inimaginables volaban de un lado hacia otro, y todos con gran temor... y escuché: ¡ya viene!. y era cierto... vi un ser negro, gigantesco. retrocedí y vi que la sombra era la mía... ¿soy Dios?, me pregunté. no, por favor, nada que ver..., sentí responderme. soy, o fui, una persona bastante mediocre y aburrida, solitaria y sin mucha suerte en el mundo... seguí escuchándome hasta que sentí juntarme un instante con una estrella que oscilaba y brillaba con colores diferentes. conversamos con la estrella y luego le pedí un consejo: ¿puedo volver a la vida?. me dijo que sí y si quería hacerlo, entonces debería dejar de escribir. lo hice y desperté...


san isidro, octubre de 2008