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Trabajo en el centro. Sabrán ustedes que no es el lugar más cómodo para hacerlo, pues el transporte desde mi casa en el norte no es tan corto como yo quisiera y siempre tardo alrededor de una hora en llegar. Sin embargo, el centro tiene la ventaja de regalar pequeños encuentros inesperados todo el tiempo con cualquier clase de amigos que tal vez ni siquiera pensaste en volver a ver.
José Noe Sachica, es un tipo de baja estatura, contextura fuerte, algo cuadrada, siempre anda muy abrigado, aunque el sol sea insoportable, con bultos de chaquetas una sobre otra de telas impermeables cuando viste informalmente. Noe, o Chepe, como solíamos decirle en alusión a su nombre y sus siempre colorados cachetes de pómulos salidos, era un hombre humilde de origen campesino que combinaba su amplia y pintoresca sabiduría popular con un acento medio afónico y dulzón que le daba sabor y cortesía a sus palabras de vocales tergiversadas. Noe había estudiado ingeniería conmigo en la universidad. Nunca sobresalió por ser el más inteligente del grupo pero tampoco por ser demasiado impedido, siempre le gustó aplicar dichos y refranes que desencadenaban la carcajada instantánea hasta del profesor más serio.
Noé estaba, como yo, trabajando en el centro, en una reconocida empresa, donde ostentaba por primera vez un cargo de gerente operativo. Sabía yo de sus logros por la sorpresa y feliz impresión que causó entre el grupo de antiguos compañeros de clase y ese día al cruzar por una concurrida calle de paso peatonal no pude creer lo que veían mis ojos. Un hombre de elegante vestido, bufanda y chaleco chocaba fuertemente su mano en mi hombro cuando pasaba ensimismado y con andar veloz como era mi costumbre; Volteé como espabilando, como si me hubiesen arrojado un vaso de agua fría a la cara mientras me encontraba dormido. – ¡Noe!.... ¡Qué haces acá hombre! ¡Que alegría encontrarte! – Exclamé sin reparo. – ¡Nada condenado! – contestó Noe dibujando una amplia sonrisa que dejaba ver el cansancio de sus ojos. – ¡Me enteré! – Le dije – ¿Qué tal el nuevo trabajo? – Noe me miró queriendo retomar un poco de seriedad que su sonrisa no le permitía. – Todo marchando… Entro a trabajar muy de mañana, me levanto con el gallo y trabajo de sol a sol, muchas veces llego a me hogar entrada la noche, por ahé 10 o 12 – me sentí un poco admirado ante su naturalidad y le dije queriendo indagar sobre su ánimo. – Y ¿cómo la pasas? – Me miró – Pues con-tento – Lo miré sin ocultar la admiración que me produjo la laboriosidad de ese hombre. Noé, al ver mi reacción, me arrojó una mirada pícara y levantando levemente sus cejas y los sobresalientes pómulos soltó entre sonrisas – Con-tento porque sen tento me da más sueño -.

Texto agregado el 24-10-2008, y leído por 134 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
25-10-2008 No perdío su chispa, tal vez por eso llegó donde llegó, el humor, las risas ayudan y mucho... me gustó =d cariños dulcequimera
 
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