Guayaquil, jueves, 23 de octubre de 2008; 07:40.
No hay nada como estar en soledad para poder relajar, quitarme las máscaras, ser quien soy, aquella que no le teme a los demás, ni le teme a la soledad, porque al fin y al cabo ya estoy sola
Pero es esta soledad la que me ayuda a relacionarme con los demás, me permite quitarme las ataduras, los antifaces, no soy una mujer ordenada, pero lo quiero ser, quiero empezar a ordenar mis pensamientos, mi vida, mi actuar; lo que hice anoche no fue para nada un acto ni de orden ni de responsabilidad, pero no me arrepiento, porque me sirve para conocer a las personas que me rodean, no me interesa juzgarlas, sino conocerlas, y poder distinguir cuanto puedo confiar en las personas, no puso en las personas que puedo confiar o no, porque cada persona es distinta y por lo tanto en cada una confiaré de distinto modo; es lo que puedo decir en honor a la verdad.
08:15
Ya llegaron todos a la oficina, y con ello empieza mi frustración, simplemente creo que no soy un animal de naturaleza sociable como siempre me lo quisieron hacer creer, creo que no, he desarrollado cierta apatía, por los demás, siempre me decepcionan, me defraudan, ya se que estoy sonando a persona vieja y amargada, quizá el que lea esto piense que mis palabras no reflejan los 20 años que tengo, pero es así.
Trato de llegar, pero siempre me quedo en el camino, muy arrepentida de haber empezado una marcha que desde un principio sabía que no tenía futuro.
9:33
Por ratos me ilusiono, pienso que podré encajar, que seré como ellos; en mis mejores momentos, me doy cuenta que para bien o para mal ellos son exactamente igual a mí, y por el mismo motivo somos completamente diferentes; no los puedo culpar, así somos todos, vamos por el mundo creyéndonos iguales, diferentes, superiores o inferiores con respecto a los demás, siempre nos relacionamos y por eso es que siempre estamos solos, preferimos aceptar, distorsionar, arreglar y hasta engañarnos a nosotros mismos con tal de no enfrentarnos a nuestra realidad, le tenemos miedo a nuestra voz interior, a ese yo que quiere hablar, pero preferimos embrutecer esa voz con la televisión, la tecnología, o cualquier cosa que nos venda el mundo, porque no queremos saber lo que hay dentro de nosotros mismos, porque somos nuestros jueces más duros, nos tenemos miedo, vergüenza, poca estima, dolor de mirar atrás.
Pero creo que ya es hora de aprender a escucharme aunque a veces simplemente no diga nada, o aunque me arrepienta de cosas del ayer, y aunque piense que esto de la voz es estúpido, porque en el fondo, muy en el fondo sé que no lo es.
9:42
Sigo sentada en mi oficina viendo como pasan las personas, me pregunto que habrá dentro de ellas, y pienso que es lo mismo que lo que hay dentro de mi, ya que como dije somos seres diferentes que nos complementamos entre nosotros gracias a que todos partimos de la misma esencia, de la misma inmundicia, o del mismo paraíso, como lo quieran ver; insisto, nada es permanente todo se mueve aunque nunca cambie de sitio, porque el entorno si lo hará.
Cuando era pequeña pensaba que en el mundo simplemente existían personas buenas y malas; ahora me doy cuenta que estaba equivocada, la maldad y la bondad parten de la misma esencia, en el fondo son iguales, se complementan, se ayudan, o yo que se, yo simplemente las vivo, las sufro, las disfruto.
No hay personas buenas o malas, las personas son simplemente eso, personas, con muchos matices y fruto de muchas combinaciones, internas y externas. Así es el hombre, un animal raro que va por la vida creyéndose el rey del universo.
9:51
Ya no tengo ganas de escribir, creo que ya es hora de volver a mi vida, que no es mía sino de todos, a la rutina de vivir diferente cada día, esperando que mañana sea diferente y logre encontrar aquello que ando buscando y estoy empezando a pensar que siempre lo tuve dentro de mi.
|