“La Quema de Judas”
Autor: Álvaro G. Pacheco L.
Aquella madrugada me desperté antes que de costumbre: No a las tres y media, como solía acontecer, sino a las dos y veinte minutos de la madrugada. Después de la acostumbrada “orinadita”, vino el vaso de agua con un atamel y una aspirina infantil bajo la lengua ya que apareció un inhabitual dolor de cabeza y regresé de nuevo a la cama. Entonces apareció la idea, donde me veía renunciando a mi trabajo en el Instituto Universitario de Policía Científica.
Esa mañana me presenté temprano a las inmediaciones de la Morgue de Bello Monte, con mis panfletos tamaño carta y toda la indumentaria para dar el “Show”, ya que previamente había pasado por la plaza Parque Carabobo, donde entregué algunos y hablé con los periodistas allí presentes (los que cubren la fuente de sucesos en la antigua PTJ).
Subí al área de oficinas de la “YUPOL” (IUPOLC) y entregué algunos de los panfletos donde invitaba a la “Quema de Judas” en la plaza, frente al “Monumento de los Caídos” (Muro de los lamentos de Víctor Amram), en dicha invitación señalaba las causas de la quema de Judas y quien era para mí el Judas que debía quemarse.
Entregué mi “Carta de renuncia Inmediata y con Carácter Irrevocable” a la División de Personal, con sendas copias a la Dirección y Subdirecciones respectivas.
Bajé rápidamente a la planta baja y terminé de entregar los panfletos.
Caminé hasta la “Morgue” y saqué aquel pupitre viejo y destartalado tirado por debajo de la escalera del dormitorio y lo llevé al centro del patio.
Fui hasta mi carro y saqué de la parte de atrás el “muñeco de trapo” y el tarro de galón y medio de gasolina. Senté al muñeco en el pupitre y lo rocié.
Para este momento, las 09:00 am., ya estaban llegando los “Poncios Pilatos” y sus esbirros soldados – Germanos – quienes corrían para evitarlo.
Prendí con fuego el muñeco que se convirtió en una antorcha dando suerte de aquel muñeco vestido con zapatos, medias y pantalón negro de Jerzy, como correa una tira de tela de cortina y una chemise azul violáceo de algodón con el “emblema del Instituto” al pecho y la "insignia" en el brazo derecho, cual uniforme de estudiante, pero, con una gorra de pelotero de color roja.
Me interpuse entre el Inspector General y su hazaña para impedirlo y hablé locateras tan alto como pude, cada vez que este argumentaba palabras o intentaba girar instrucciones para que sus secuaces no entendieran sus órdenes.
Así, ante la vista de todos cuanto concurrieron se quemó el Judas de la Yupol, sin dar tiempo para la lectura del “Testamento”.
El diario vespertino de esa misma tarde, el diario del día siguiente por la mañana, las notas de prensa, el reportaje radial y un artículo publicado en la Internet informarían:
“QUEMA DE JUDAS FRENTE AL INSTITUTO UNIVERSITARIO DE POLICÍA CIENTÍFICA”
Reportero: X…Y… Hora 0900 Octubre, X, 2008.
Al frente de la Plaza Auyantepuy en Colinas de Bello Monte, en Caracas, Justo al lado de la Morgue de la ciudad Capital, se registró un inusual evento, donde un Comisario Jubilado, cuyo nombre no fue revelado, al parecer se volvió loco y generó momentos de alteración del orden público cuando prendió fuego a un muñeco de trapo del tamaño de una persona adulta en la dirección antes indicada, en protesta por una serie de hechos que han venido generando descontentos en algunos empleados del Instituto Universitario de Policía Científica.
IUPOLC, como es conocida dicha institución educativa, donde se formaban los investigadores del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, con 25 años de fundada, ha venido sufriendo una serie de cambios a partir del mes de abril del presente año.
La quema del “Judas” fue acompañada por unos escritos que fueron repartidos desde tempranas horas de la mañana antes de la quema. En dichos panfletos, el Comisario planteó que así como Judas Iscariote traicionó a Jesucristo, en dicha institución hay trabajadores que han traicionado sus propias conciencias, los que se mostraron fieles a anteriores directivos y disfrutaron de prebendas, ahora se han vendido para obtener ciertas comodidades, aceptando humillaciones denigrantes, convirtiéndose en serviles colaboradores, de los actuales directivos y jefes de áreas a quienes el Comisario llama “los invasores”. Estos Judas, hablan mal de los Jefes para quienes una vez trabajaron, suministran información malintencionada y comparten en fiestas con los actuales, solapando en la actualidad presuntos actos irregulares, incluso hasta de corrupción, los cuales a la larga le causarán la “muerte por crucifixión” a tan noble institución que el Comisario llamó “Cristo”.
En los actuales momentos se desconoce el paradero o destino el Comisario, quien posteriormente fue identificado como Fajardo.
Así, siendo las 03:33 horas de la madrugada, puse a reposar mi pluma y regresé de nuevo a mi cama, considerando que, quizás revelación, quizás no. Que tal vez cualquier parecido con una realidad del presente, pasado o del futuro, sólo serían meras coincidencias.
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