Habías leído que existen pozos que dan al Japón
túneles insondables y cavernosos
pasadizos extremos donde aumenta la actividad paranormal:
te gustaría penetrar esos acantilados de roca
sumergirte despacio y conocer sus secretos
como quien tantea el fondo de una pileta.
Te preguntás si quedarán metales pesados ahí abajo
si los restos de un submarino nuclear persisten
desde la segunda guerra
en realidad no importa demasiado
imaginás que la sombra
tiende a esconder sus deshechos
aquellas sensaciones imposibles de ensamblarse
en la gran matriz orgánica.
De pronto te preocupás:
no sabes nada de trópicos o meridianos
jamás usaste una brújula
con escasos conocimientos de cartografía
tu guía son las estrellas y un mapa físico-político
que compraste en el kiosco de Gladys
la chica rubia que te fía cigarrillos.
Sabes también que en las profundidades
podrían esperarte esas bestias fantásticas
no tenes más que la letra de una canción para defenderte
sin dudas será una masacre
aparecerán en el medio del panorama visual
y te estrujarán los huesos esos animales bellísimos
que alguna vez viste en las revistas especializadas
esos símbolos de porcelana poco luminosos
al lado de las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino
talladas a mano
que guardás en el modular de la casa de tus padres.