Cuelgan racimos De los labios de las laderas cortantes Caen restos en forma de surcos Que penetran en el alma de Los peregrinos. De la frente de los árboles mana El tinte añil que se vuelve cuchillo Como rueda desde la piedra alta El muñeco que no morirá nunca. Todo ello está inmerso en un Saco raído, que solo se ve a veces. Aguadulce, octubre de 2008 José María de Benito
Texto agregado el 22-10-2008, y leído por 122 visitantes. (2 votos)