Esta lluvia me empapa hasta los huesos

Aquí llamamos sirimiri a esa lluvia suave, fina… que parece que casi no llueve. Al llegar a casa, cuando te vas a quitar la ropa, entonces te das cuenta de que estas empapado hasta los huesos.

Hoy a ratos hay sirimiri, a ratos algo más…. Desde la mañana el cielo gris, aunque no hace frío se anuncia el invierno…

Según voy del coche a la oficina, las putas se refugian bajo los balcones, más vestidas que de costumbre, algunas bajo paraguas tratan de llamar la atención de quienes pasamos por allí. Duro oficio, dura vida.

Los gitanillos avanzan ruidosos, imagino – espero –, que van a la escuela…uno de ellos llora, la cara sucia, la ropa también.

Los yonkis se apretujan en un portal esperando que abran la narcosala, algunos nerviosos, se mueven de aquí para allá y discuten a viva voz…. Uno de ellos tiene un perro, flaco como el mismo, saca un cuenco metálico de una mochila y vierte un poco de leche que el perro lame ansioso.

La puerta del servicio de empleo está saturada, pieles negras, blancas incluso rojas… ojos con desesperación, rostros serios, casi enfadados, indudablemente preocupados….

El marroquí está intentando levantar la persiana de su comercio, parece que esta noche se la han forzado pero no han conseguido robarle. Lleva ya tres robos este mes, pobre hombre.

Veo a Arturo que me saluda con la mano levantada mientras se dirige deprisa hacia el tren; estoy trabajando, me grita mientras se va con prisa. Vaya que bien, no sabía que había encontrado trabajo.

Piso los cristales de la ventanilla de algún coche, en estas esquinas no hay mañana que no aparezcan cristales rotos….

Las 9 de la mañana, hasta dentro de unas doce horas no volveré a casa; imagino que con la ropa empapada, esta lluvia empapa hasta los huesos, la vida me esta empapado ya hasta el alma...