(MITO)
María Adela era una Campesina Huanuqueña que cargaba sobre sus hombros las costumbres de la Sierra Peruana. Le encantaba el arpa, la mandolina y la guitarra.


Los que la conocían se quedaban estupefactos por su belleza, tenía ojos huracanados, cabellos de cometa y caminar de un encanto. Solía hablar de humildad, nunca de opulencias, de galardones en el cielo opaco experto de ver pasar el siglo, el veneno y hasta la muerte. Dicen todos que María Adela es el encanto de los generosos guerreros que una vez pasaron en sus recuas por Huanuco para tomar el alcohol de Huarapo que ella con su delicada sonrisa les brindaba por las mañanas en una vasija de barro y los convertía en héroes para la lucha y gigantes para las tormentas.


El orate, el mancebo, el experto, el sagrado y hasta el cura del pueblo corrían a ver caminar a María Adela, que como locomotora regaba mutismo de encanto a todo aquél que bebía el alcohol que traía en su vasija de barro. Era ella como una luciérnaga en el aire o el submarino en el mar. A pesar que llegaba todas las mañanas de la cumbre trayendo pronósticos para los hombres que querían convertirse en expertos guerreros. Ella no conocía la derrota, el descanso ni la cobardía. Su alcohol era tan divino que los campesinos la buscaban; como busca el pescador al pez en la encantada, fuente del manantial; en el cielo como un avión o en la ciencia de un cohete. Así era el encanto de María Adela. Luz, sombra; madurez y alegría se notaba en todos los villorrios que ella visitaba.

Cierto día amaneció Huanuco con una profunda tristeza en su corazón amarillo, María Adela; castiza, inmortal; sinuosa, e ineluctable y abstemia se había convertido en un hermoso Cerro Colorado que alumbra la noche y es el encanto de los hombres que en su alrededor pululan por vigilarla día y noche para que les brinde su alcohol de Huarapo, hoy en día convertido en un hermoso paisaje Huanuqueño.


(WIRIPA) 2002.
(Wilfredo Risco Paico)